“Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”
FABIAN POLOSECKI (1964-1996)

viernes, 25 de enero de 2008

DETERMINISMO CANINO (se buscan investigadores ad honorem)

Si existiera algún pseudo intelectual que estuviera sin mucho trabajo por estos días y quisiera dedicar sus horas al estudio de un enigmático fenómeno sociológico porteño, les ahorro un laburito considerable y les sugiero un título para su posterior paper de investigación:"Determinismo canino. Convivencia, simbiosos y soledad. Una relación entre dos."
Se trataría a grandes rasgos, la exploración profunda correrá por cuenta del investigador de turno, de un estudio para dilucidar la extraña relación que entablan los propietarios de perros de la ciudad de Buenos Aires (en su mayoría, me adelanto riesgosamente al trabajo de campo, mujeres mayores de 60 años que viven solas en departamentos de no más de 50 mts) con sus mascotas.
Es tanta la intriga que me generan las posibles conclusiones, aunque muchas las intuyo por corroborarlas empíricamente cada mañana, que me pondré yo mismo al frente de la investigación. Pero solo no puedo, necesitaré ayuda. Cualquier persona, exceptuando señoras de más de 60 por considerarlas posibles actoras intervinientes de nuestro universo investigativo, con ganas de poner un manto de luz a semejante fenómeno urbano, será bienvenido.
Proximamente daré a conocer las personas que me acompañarán en semejante emprendimiento, y en breve, estarán los resultados arrojados por el estudio. El mismo no llevará mas de 15 días.

NOTA: En la opción comentarios, usted podrá dar su opinión al respecto o bien sumarse como investigador ad honorem en esta cruzada por la patria científica porteña. La comunidad toda, agradecida. ADHIERE: OPEECDLVP (Organización para erradicar el excremento canino de la vía pública)

lunes, 21 de enero de 2008

ME GUSTÓ

¿Se pueden resumir 495 páginas de una de las mejores novelas latinoamericanas del siglo XX en 120 caprichosos minutos? ¿Será el maquillaje hollywoodense una capa artifical que opacará la magia de realismo mágico impresa por el nobel de literatura? Eran muchas las preguntas con las que entré al cine de la calle Beruti hoy a la tarde. Pero salí, una vez abstraido de los prejuicios, con una sonrisa en la cara. La versión "yankee" de la mejor historia de amor que leí en el último año del secundario, no me defraudó. Si bien tiene muchos detalles que objetar; la inevitable molestia del acento inglés de los personajes en pleno caribe colombiano, la tosca capa de maquillaje de los actores porque un guión antojadizo los obliga a envejecer, el comienzo brusco, torpe, no es una entrada feliz a la historia,etc; me quedo con aquellos que hicieron que me levante de la butaca con cierta nostalgia.
Se respeta bastante, y eso le gusta al tipo que fue con la imágen "literaria" de Florentino y Fermina en la cabeza, la historia original tallada por García Marquez, no en vano dio el ok y se alzó con 3 millones de dólares a cambio de los derechos de su obra. La música es otro acierto, abajo podrá escuchar uno de los temas de la banda sonora, Shakira acompaña con dulzura y armonía una narración, que como un avioncito de papel va levantando vuelo de principio a fin, y logra establecer altura a medida que pasan los minutos.
Cuando hay adaptaciones cinemtaográficas de grandes obras de la literatura, uno entra desconfiado al cine. Saca la entrada con miedo, se acomoda en la butaca de a poco, no come pochoclo hasta los 15 minutos de rodaje,etc. Estaba nervioso, como si mi destino dependiera del éxito o el fracaso del film que tenía enfrente.
Siempre pienso que entre un buen libro y su correlato en película, me quedo con la primer opción. Rara vez sucede lo contrario. Esta vez no fue la excepción. La versión escrita de El amor en los tiempos del cólera será siempre mejor que cualquier película que se haga al respecto. Pero esta vez, aunque a priori pensaba lo contrario, fue una pintoresca y digna forma de llevar al cine la siempre eterna historia de amor. La mejor que se haya escrito en habla hispana en mucho tiempo.






LAS HORAS

En un sillón de dos cuerpos con almohadones tejidos a mano, y bajo una higuera que huele a dulce casero, pasa sus tardes. A sus 90 años no tiene más opción que esperar allí a que uno de sus tres nietos lo vaya a visitar. Sus piernas son finas como dos fideos, sus manos tienen la marca de su pasado de vidriero: las palmas son rugosas como aquellas lijas que vendía en la ferretería del pueblo. Los años hicieron que su figura se encorvara, un bastón de madera marrón con un caballo tallado en metal sobre la punta lo ayuda a mantenerse en pie.”Parece que estuviera viejo uno” rezonga siempre en clave humorística cuando quiere pararse. Cuando lo logra, guiña un ojo y regula su audífono para no escuchar reproches de terceros. Es sordo como una tapia, todo lo interpreta pacientemente leyendo los labios o con gestos universales. Lleva una boina beige sobre su calva cabellera, dice que es para protegerse del frío, pero recuerdo vérsela puesta en una tarde asfixiante de enero. Tiene cejas anchas como peineta de peluquera, y su frente de venas bien marcadas luce lustrosa. Sus ojos color miel son casi imperceptibles, se esconden detrás de unos anteojos de marcos gruesos que parecen revestidos en cemento. Siempre se viste igual: Pantalón gris, camisa a cuadros y chaleco azul, unas borceguíes tipo cowboy, y un pañuelo blanco que sobresale del bolsillo trasero del pantalón. Lo guarda arrugado, echo un ovillo, con la punta siempre asomando hacia fuera, como para no tener contratiempos ante algún estornudo imprevisto. Sobre su mano izquierda reluce su alianza de 55 años de casado, y un viejo reloj Seikyo de pulsera que hace años no marca la hora. Desde que falleció Lidia, su mujer, para él el tiempo se detuvo. Son, desde aquel diciembre de 2004, las 14.55.

viernes, 18 de enero de 2008

DESHORAS

La gente se abarrota, se desespera. Afuera hace un frío polar, pero adentro el amontonamiento humano hace que la temperatura aumente considerablemente. Son las 2 de a tarde, y la milanesa con puré recién comienza a ubicarse en el estómago de un joven que ingresa al tercer vagón del subterráneo de la línea B, que lo llevará a su trabajo. En Callao y corrientes un grupo de manifestantes cortan media calzada. El muchacho, esbelto, se acerca a uno de ellos y le pregunta con tonada provinciana: -Maestro...¿Por qué están acá? (alargando la letra “a” de manera involuntaria) -Ni idea flaco, yo estoy c... de frío, por mí me iría a mí casa, creo que es algo de Quebracho. Nunca viene mal un poco de quilombo. El treintañero, de barba desprolija y rostro amigable, le guiñó un ojo y siguió caminando; volvió a taparse la boca con un pañuelo, y empuñó con firmeza un palo. El joven guardó las manos en los bolsillos y enfiló para el subte. Había cola para sacar el boleto. “Metrovías informa que la línea B registra una demora de 5 minutos por desperfectos técnicos.” Manda un mensaje de texto. No hay señal. Rebotado. Compra el boleto. “uno por favor”, la mujer con movimientos mecánicos no levanta la vista. Una pareja compra caramelos, se pelean por elegir quién agarra los de fruta.¿Porqué no habrán comprado todos con gusto a fruta? ¿Necesitarán de una pelea mundana para demostrarse afecto? Una anciana lee un libro de autoayuda. Un hombre, peinado a la gomina, con traje oscuro, devora un sándwich de jamón, tomate y huevo. Dos chicas se sientan juntas, se agarran de la mano, susurran al oído. Llegó el subte. Se agarra del pasamanos, mira su reloj, faltan todavía cuatro estaciones. Está llegando tarde, no le dirán nada, su jefe hoy llegará más tarde que de costumbre. Una mujer se pasea por el vagón con su hija en silla de ruedas. Pide una moneda, jura que quiere trabajar, pero no encuentra donde hacerlo.
Hurga en su saco, le obsequia una moneda de 0.25 centavos, y recibe a cambio una sonrisa estudiada. “Tengan ustedes muy buenos días, damas y caballeros”. Un hombre, canoso, con la piel curtida y la cara poceada se presta a tocar un colorido bandonéon a cambio de algunas monedas. Comienza con “zamba de mi esperanza”. Algunos agachan la cabeza, otros siguen el ritmo apenas moviendo los labios, y hay quienes se aíslan del submundo bajo tierra colocándose los auriculares de su mp3. “Próxima estación: Lacroze”, indica un cartel luminoso. Hace el cálculo, ya está media hora atrasado. Saca el celular, ahora sí tiene señal. “Te espero a las 5”, le escribió ella. “No llego a esa hora, todavía estaré en el laburo”, responde él. “Siempre lo mismo, bueno, hacé como quieras, Besos.” El mensaje final de ella fue como una puñalada, decidió no contestarle y apagó el celular. Hace tres meses que no la ve, estará en Buenos Aires una semana. Todavía no sabe si quiere verla, lo más probable es que a última hora decida que sí. “Pañuelos descartables. 3x$1, señores. En cualquier comercio lo encontrará a $1 cada paquete, no se pierda esta oferta inigualable.” El viejo del bandoneón ya se ha había bajado. De a poco el vagón va recuperando aire, ahora se respira mejor. Se renuevan los pasajeros, entra un hombre calvo, no más de metro y medio, carga con un maletín negro y lleva anteojos gruesos como un cordón cuneta. Se sienta, coloca las gafas a media asta y se dispone a leer “Clarín.” El muchacho quiere disimular, pero no puede. Se pone colorado, vuelve a prender el celular. “Los incas, fin del recorrido” repite una voz latosa. El hombre del maletín enrosca el diario, lo acomoda debajo de su hombro. Guarda los anteojos en el bolsillo de su camisa. Cruza la avenida, entra en un bar. “Cortado por favor.” A los 5 minutos está conversando con una mujer rubia, entrada en años, pero elegante. Se mantiene en forma, me arriesgo a que hace gimnasia por lo menos dos veces a la semana. Ella le escribe un número en una servilleta. Se dan un beso. Dura unos segundos. El muchacho contempla desde el vidrio, decide seguir caminando. Sabe, más que nunca, que hoy su jefe no irá a trabajar a horario.

martes, 15 de enero de 2008

Un capítulo cualquiera de una novela futura


(Un personaje de la novela, aún sin nombre, camina por las calles de París)

Una primavera cálida invita a los estudiantes a sentarse en los verdes parques del Barrio Latino; a leer un libro, tomar un café, fumar un cigarrillo, probar suerte con alguna nuevo amor, o simplemente sentarse a ver pasar el tiempo. París debe ser la única ciudad del mundo donde uno se posa a mirar el paso del tiempo, y no siente complejo por ello. No es una actividad estéril, es un fabuloso ejercicio mental que pone de relieve todos los sentidos. La pose contemplativa los simula en reposo, pero en verdad están trabajando más que nunca.
Compré el diario L´Humanite por intriga. Quería averiguar si el periódico insignia de los rojos seguía siendo comunista. Jean Jaures lo fundó con un espíritu libertario en una época donde los ideales era algo por lo que valía la pena luchar. Hoy, ya no existen. Y, si quedan algunos pocos, se venden al mejor postor en cualquier feria. Son bienes de cambio, es todo simbólico, nada real. Me pregunto qué es la izquierda. Me respondo que sólo es una de las alternativas al toparse en una esquina. La izquierda como opción política está casi extinta. Sólo encontramos un puñado de dirigente megalómanos que deciden dividirse por sostener un ápice de diferencia respecto a su partener. ¡Proletarios del mundo uníos!, verbalizó Marx. Este lúcido pensador alemán, con más pelos en la barba que certezas en sus ideas, olvidó agregar ¡Ególatras del mundo, únanse”. Ya verán, denme tiempo, y me darán la razón. La izquierda podrá ser una opción real de poder, el día que sus líderes dejen de lado los personalismos y entiendan que la política se hace con muchas cabezas encendidas y no con un único cerebro alimentado a energía solar. Sino todo seguirá como entonces, la izquierda seguirá pululando entre el electorado, mendigando votos para obtener algún escaño legislativo. Serán, en definitiva, como dos calvos, peleándose por un peine.
Me imaginé arengando a una multitud efervescente que aclamaba mi nombre. Yo levantaba las dos manos, apretaba fuerte los puños y recitaba un discurso encendido estudiado de memoria la noche anterior. Me di cuenta que estaba hablando solo.

domingo, 13 de enero de 2008

Desde el cyber


La puerta es abierta por el cajero que pulsa un botón desde el mostrador. “Triiin”, suena en seco. Una vez adentro, 15 computadoras numeradas se disponen a lo largo de un salón que huele a desodorante de ambiente. Un cartel escrito en word advierte a los usuarios que la hora cuesta $1.50, pero hay una promoción vigente todos los días de 9 a 12: $0.99. Un muchacho joven controla la caja. Tiene barba candado y pelo engominado con gel, charla con el encargado del servicio técnico que intenta arreglar un fax que se devoró un par de hojas a4. El tema de conversación: cómo hacer para ahorrar tinta recargando los cartuchos de las impresoras a través de una jeringa casera que él mismo fabrica. Es de mañana, y hay poca gente. Un hombre, me arriesgo a que apenas pasó los treinta, cuelga su traje en la silla, y despliega su agenda que desborda de actividades marcadas con resaltador naranja. La ventana del Messenger titila con una luz verde, sigue concentrado en su agenda. En la máquina 7, una mujer de minifalda negra y camisa en combinación cruza las piernas mientras toma una coca light. Tiene su celular en vibrador, suena, suena, no lo atiende. De fondo se escucha una música pegadiza, creo que es jazz. El locutorio está vacío, apenas se siente el ruido de los autos sobre la calle Paraná. 12.05, se terminó la promoción del mediodía, pero sospecho que nadie se enteró. El Messenger del hombre que escribe en su agenda ahora hace un ruido molesto. Decide responder. Ahora escribe comprometido con su interlocutor. La mujer de faldas cortas se acomoda el pelo y ahora atiende el celular. “Estoy en una reunión, bahh, me estoy por ir a una reunión”, se corrige. “Te llamo más tarde, dale?” Corta. Vuelve a su planilla de excel. “Te mando a imprimir”, grita en tono imperativo. El cajero le guiña el ojo y le da un ok gestual. El del fax ya se fue, prometió volver a la tarde con el repuesto necesario y una muestra de sus productos caseros para abaratar costos a la hora de imprimir. El joven del pelo engominado no levanta la vista de su monitor. Mientras juega al solitario, navega por mercado libre, parece que encontró un mp3 bastante económico en la zona de Nuñez. Puede ser, para el muchacho, una gran mañana de negocios. Cartuchos a bajo costo y música a precio de outlet. Pulsa el botón, la puerta vuelve a trinar, la mujer de minifalda sale apurada. La reunión debe haber comenzado.

sábado, 12 de enero de 2008

Bob Dylan será cordobés por una noche ¿La mona de telonero?

Hace unos días se confirmó que, después de de 10 años, la leyenda viviente del rock mundial se presentará en Argentina. Pero antes de pasar por el estadio de Vélez (15/3/08) se hará una llegadita al Chateau Carreras. Es en el marco de la gira de su último disco, Modern Times. Las entradas costarán entre 90 y 250 pesos, pero eso a pocos le importa. Los fanáticos del viejito piola ya hacen cola para disfrutar de uno de los más grandes que dio la múscia del siglo XX. Daniel Salzano, el genial poeta cordobés, escribe en la Voz de hoy una reseña magnífica del hombre nacido en Minnesota que nos visitará el 13 de marzo.
"...Según la información, Dylan, el Picasso del rock, dará un único recital en Córdoba el 13 de marzo, probablemente en el Carreras. O sea que tengo el corazón en vilo. Y es que Bob Dylan, abreviando, es el cantante que revolucionó la música popular en una proporción que tan sólo los Beatles consiguieron. Es más, durante su primera gira a USA los chicos reclamaron conocerlo personalmente. Pidieron queso pero les dieron el hueso de un Elvis pasado de hamburguesas. Tal vez a partir de ese punto pueda comenzar a medirse el círculo de la leyenda de Dylan: los Beatles querían conocerlo, pero a él no le interesaba conocer a nadie. Al fin de cuentas, un estilo: pocas declaraciones, larguísimos silencios y un sentido del humor sobrado de mala leche:

–Hola, Bob, ¿para qué lado vas?
–Para el otro... "

miércoles, 9 de enero de 2008

La revolución es un sueño eterno

Mini video de nuestra estadía en Cuba (enero 07)

Y en eso llegó Fidel

Hace 49 años Fidel Castro derrotaba al dictador Fulgencio Batista e ingresaba triunfante en La Habana. Comenzaba la Revolución cubana. Aquí un videito de lo que es la capital de la isla, hoy. El blog fidelestavivo.blogspot.com recoge mis reflexiones acerca de la visita al país caribeño, hace exactamente un año.

Dile a esa chica que no llame más PARTE III

¿Mañana me animaré a decírselo? Hoy sé que no. Mañana, tal vez. Ella estará, casi con seguridad, más linda que nunca, con esos pantalones blancos bien ajustados que bajan de repente y caen ante unos tobillos finos y prolijos que prometen dar batalla incansable ante cada paso que decida dar. Va a estar maquillada, peinada con el flequillo recogido hacia el costado, unos aros con forma de aros, ya casi ninguno es así, grandes, bien amplios, como si esperara a que algún trapecista de circo se colgara en las callejuelas de sus orejas. ¿Le podré decir que no a alguien que con una voz dulce y convincente me dirá en la cara, mirándome fijo a los ojos, que me ama? Debería pasar algo similar a un milagro para que ello ocurra, o quizás la solución sea llevarme una mochila llena de trotyl e inmolarme al frente de ella. El plan sería algo así. La cito en un café, le doy un beso largo, muy profundo, sentirá que todo es para siempre, que la eternidad se apodero de aquel beso jugoso con gusto a inmortalidad, entierro mi lengua en sus encías, aquel instante no durará más de dos minutos. Quito mi boca de golpe, demasiado brusco, ella no entiende tal reacción y le digo que voy al baño. Chequeo el cargamento, vuelvo, me siento, me sonríe, quiere darme otro beso, pero todo estalla en mil pedazos. El bar es un mar de escombros y nuestros cuerpos flotan entre pedazos de mampostería, ceniceros y tazas de café. Menos mal que muchos de mis pensamientos jamás los llevaría a cabo, de no ser así ya tendría más de cien asesinatos en mi haber. Pensándolo bien, sería injusto, una muerte absurda, egoísta. Pero si no me la puedo quitar físicamente de encima, menos podré borrármela de mi mente. Me pregunto, a cada rato, en cada semáforo, en cada sorbo de café, por qué no dejo de soñar con su lengua que acaricia mi cuerpo todas las noches, son esas lenguas que, como dijo Sabina, aparecen en todas mis pesadillas. Cuando despierto te detesto, te aborrezco, de verás quiero verte muy lejos, pero mientras dura el sueño me gusta verte con la silueta más parecida a un fantasma que jamás haya visto, tu lengua me acaricia, recorre todo mi cuerpo, siento calor, me despierto sudado, pero ya odiándote.
A lo mejor cuando termine de rasurar esta barba de diez días, se aclaren mis ideas. Mientras tanto sigo parado en esta silla, me siento un trapecista, a lo mejor quiero hacer piruetas en su oreja, o tal vez quiero pesquisarme un rato más en el espejo, para ver, de una vez por todas, si logro saber quién soy. El teléfono ya dejó de sonar.

Dile a esa chica que no llame más PARTE II

A veces pienso (cada vez con más frecuencia) que cuando las relaciones amorosas empiezan a los tumbos, terminan chocando contra un enorme paredón, debe ser el de la impotencia. Pero me pregunto, lo hago en voz alta, mientras me afeito, parado en una silla y mirándome al espejo, si vale la pena continuar esas relaciones que ya embrionariamente son conflictivas. El teléfono seguía sonando. El filo de la afeitadora, tenía cuatro dientes bien afilados, sólo usada dos veces, parecía tener más respuestas que yo, pero había un pequeño obstáculo empírico: la afeitadora nunca me hablaría, a menos que me dispusiera a beber la botella de alcohol etílico que descanaba junto a la jabonera, quizás ahí, luego de esa épica ingesta, logre imaginar que una afeitadora con espuma blanca y pelos entrecruzados me diera lecciones de amor para principiante. De fondo sonaba let it be, fue como un bálsamo, me gustó escuchar esa melodía dulce y curativa.
De a poco el vapor de la ducha recién cerrada se esfumaba y daba paso a un rostro de barba dura que amenazaba con permanecer muchas horas en vano frente al cristal que todavía olía a masilla recién colocada.

martes, 8 de enero de 2008

Dile a esa chica que no llame más I PARTE

Creo que no hay nada más cursi y reprobable que una llamada a la madrugada para recordarle que lo/a amas. Es una de las tantas "contras"(hay mas "pros", desde ya) de estar enamorado. Uno se arrastra, repta por los laberintos de la indignidad gritando a viva voz los sentimientos más viscerales. Pero cuando uno lo hace bajo la impunidad que brinda la oscuridad de la noche y vía telefónica es aún más patético. Deberían las compañías telefónicas prohibir, los avances tecnológicos deberían ponerse al servicio del amante convencional y ubicado, los llamados a esa hora de la noche. Las líneas telefónicas del mundo solo deberían estar disponibles para emergencias médicas o cosas por el estilo. Es mucho más aceptable una visita al domicilio, aunque inesperada y fuera de lugar, con un ramo de flores en la mano, que una torpe comunicación telefónica para expresar de manera instrumental, mecánica y zombie una querencia trasnochada.
Por eso no atendí el teléfono aquella noche. Sonó tanto que al octavo o noveno “riiin” ya lo incorporé al sonido del ambiente y no me hice mayores problemas.
Seguramente ella me está insultando, debe pensar que no la atiendo porque no quiero, y tiene razón. Hay veces que su voz me aburre, y la confundo muy a menudo con la de un moscardón ebrio que zumba sin cesar, diciendo frases incoherentes. Ella me dice que soy ciclotímico, ¿quién no lo es? Si no lo fueramos seríamos todos vegetales, que sólo toman agua cuando alguna alma gentil se acuerda de regarlas. Todos cambiamos, todos mutamos, es de una estupidez sublime afirmar que “sos ciclotímico”. Sí, lo soy, y prefiero serlo, antes de ser una olvidada planta envuelta en una maseta llena de tierra reseca. “Somos diferentes”, claro que lo somos, están los genes, mi amor, hay algo que se llama genética, hay personas que se han derretido las pestañas para hacernos saber que las personas tenemos diversas conformaciones genéticas. No hay, aunque difícil de comprobar caso por caso, una persona igual a la otra. Por estas, y muchas cosas más, opté por no atender el teléfono.

domingo, 6 de enero de 2008

La hija del militar


-Verano del 76-

Cuando pasé frente a la casa de los Solórzano, una postal escalofriante me hizo dudar. No sabía qué hacer. A esa altura, casi en la puerta de entrada, no tuve muchas opciones: Una inesperada ristra de reposeras, apostadas una enfrente a la otra, con parientes recién llegados de Rosario, me miraron absortos. Llevaba en mi mano derecha unos jazmines recién cortados de la plaza Mitre. Me sentí como un dinosaurio parado frente a un grupo de paleontólogos que estudian a la presa absortos de su existencia. No habrán sido más de 10 personas, pero sentí el apabullamiento de 100 ojos y 200 manos que apuntaban hacia mí.
Era una costumbre, más festejada por la visita que por el huésped, que se practicaba cada verano. Las estadías eran largas y pegajosas, como aquella noche de enero. Era un compromiso casi ineludible. “Cuando vos querés ir a Rosario, ellos te reciben de la mejor manera”, le decía siempre la madre de Noelia a Don Dante, cuando éste rezongaba por semejante invasión genealógica.
Noelia se levantó como un resorte de aquella silla con tiras amarillas compradas en Mar del Plata un verano cualquiera de la década del setenta.
“No te esperaba tan temprano”, acotó Noelia cuando un murmullo indescifrable se había apoderado del ambiente. Me dio un beso en la mejilla, tibio como un mate sin actividad. Un tipo alto, de espaldas anchas como una avenida, el pelo recién lavado, ordenado bajo una estricta raya al medio y una mirada inquisidora, me tendió la mano. “Un gusto caballero”, me dijo el General Dante Solórzano apretándome la palma de mi mano con un movimiento en seco y aplastante. Fue como una morza de carne y hueso que paralizó mi sangre.
Las miradas recorrieron de punta a punta aquel pedazo de vereda de la calle Vieytes. Me sentía invadido por una docena de pupilas juzgadoras a punto de salirse de su órbita por hacer público sus pensamientos.
“Me voy a tomar un helado, vuelvo en un ratito”, aclaró ella. “Buenas noches, buen provecho”, finalicé, mientras observaba cómo la Tía Elvira se devoraba un sándwich de miga doblado en dos partes como si fuera un papel de borrador.
Luego de tanta intimidación pública, tras doblar en la esquina a la derecha, siempre a la derecha, la tomé de la cintura y le di el primer beso en la boca. Fue un beso subversivo, a la inconsciente distancia de media cuadra. Intuí que podían llegar de parte de ella las disculpas correspondientes por la incomodidad del momento. Intenté tapar aquella concatenación de palabras de compromiso, por algo más espontáneo, un beso nervioso de un muchacho inexperimentado. No le dí tiempo a que lo pensara, fui directo a su boca. Suspiró. Siguió mis impulsos unos segundos y se dejó llevar unos instantes, pero no me dejó avanzar mucho más. Para mí había sido una gran conquista. Como buena hija de militar, me tanteó la cintura como si fuera un cacheo de rutina, y puso fin a una apuesta demasiado ambiciosa ante semejante conservadorismo maquillado de niña. "Acá no", susurró. Sólo encontró en mi bolsillo trasero unos pétalos marchitados de un jazmín ajeno. Lo sentí como un triunfo. Cruzamos la avenida Islas Malvinas y pasó su brazo por mi cintura. Era feliz. Amor clandestino arrebatado de los brazos del horror. Fue, como un escupitajo de borrego en el vaso de whisky de un General que madruga a las 6 de la mañana sólo para cumplir su rutina castrense y golpearse el pecho mientras grita: ¡Viva la patria!

Final del juego




“Nadie es indispensable. Yo puedo vivir sin vos, y vos también podes hacerlo sin mí. Somos absolutamente prescindibles. Sólo tenés que aceptarlo.”
Sus palabras cayeron como un disparo de plomo, certero, doloroso, justo en el blanco.
Balbuceé tres palabras inconsistentes: “Pero... creo que...”. Hubo un silencio intenso, luego convertido en un sonido latoso insoportable. Volvió con su tiro efectista. “Ya no somos nada, mientras duró fue lindo, pero se acabó todo. Espero que lo puedas entender, yo no tengo más nada para decirte.” Colgó. Estaba convencido de que sería la última vez que escucharía su voz. Busqué una foto de ella, la acaricié, la doblé, le dibujé un corazón al dorso, la rompí en cuatro pedazos. ¿Qué pasa cuando se hace juguete el amor? me preguntaba, posiblemente se pierden las ganas de amar, me contestaba, como un autómata sumiso a su propio pensamiento. Cuando el amor cambia de estado, y pasa de lo idílico a lo lúdico, las barreas se diluyen y ya casi no hay espacio para reclamos pretéritos. Se transforma de repente en algo descartable, obsoleto, como un mapa viejo manchado de café. Juego a tirar los dados, imaginando encontrar su rostro en algún pueblo perdido de ese mapa que huele a naftalina. Todavía se identificaba la sonrisa de ella, apenas unos dientes blancos pugnaban por sobrevivir a tanta bronca adolescente. La sonrisa desapareció de golpe, en un rápido forcejeo entre mis propios dedos arrojé los restos a la basura. Sentí un dolor en el pecho, una angustia en el alma, una grieta en las tripas. Se me vino de repente una imagen con gusto a lágrima, con olor a nostalgia. Era ella otra vez. El contraste fue atroz. Un ángel vestido de mina y un tipo convertido en un trapo de piso, como una función de títeres, donde el amor maneja los hilos de una marioneta eterna, de un infeliz contento, de un juego sin retorno.

sábado, 5 de enero de 2008

La oposición en ojotas I PARTE


¿Qué hace la oposicón cuando no ejerce su rol republicano de "oposición"? Imagino algunos casos.

Elisa Carrió nada pecho en una playa desierta en Punta del este, lee a Sartre e idea alguna aparición mediática rimbombante para fines de enero, cuando a Bonelli y Silvestre no lo atienda ni Alberto Fernández (lo cual no es poco).

Roberto Lavagna descansa en su casa de Cariló mientras prepara una carta de disculpas a sus votantes. Jura que jamás volverá a juntarse con ningún radical ni para jugar a la taba en la playa.

Mauricio Macri pasará su primer verano, intuyo que desde que nació, en capital federal. No podrá ir con papá Franco, ni con su novia "malala" a su ranchito, cruzando el charco. Los aprietes de Moyano lo harán sudar más que cualquier picadito playero.

"El Alberto" descansará en San Luis, junto a su flamante novia Esther Goris. Planean ofrecerle a Pino Solanas filmar en la capital puntana, nueva meca del cine nacional, un documental sobre la clase política en la temporada estival. Pino mientras pone en remojo sus pies de cineasta en la palangana de un dos ambientes alquilado a última hora en Mar del Plata, ya piensa el título del film.Cree que el ya existente "Sé lo que hicieron el verano pasado", podría atraer a la nunca fácil industria cinematográfica.

A Marito se le escapó la tortuga


"Es la primera vez en la historia del Perú, y creo que en América latina, que un gobierno democrático, siguiendo los procedimientos legales y respetando las garantías que establece el Estado de Derecho, juzga a un ex dictador por los crímenes y robos que cometió en el ejercicio arbitrario del poder."

Esto afirmó la genial pluma peruana, Mario Vargas Llosa, en una nota de opinión en el matutino LA NACIÓN, fechada hace apenas 14 días, el 22 de diciembre de 2007.

Es evidente que Don Mario desconoce que mientras Perú se contentaba con un joven parlanchín y entusiasta Alan García, en la Argentina se enjuiciaban a los jerarcas de la última dicatura militar. ¿Acaso no fueron nuestros militares criminales? ¿No fue aquel gobierno de facto, acaso, un ejercicio arbitrario del poder? Hay una salvedad más que agregar: A Alberto Fujimori lo eligieron los peruanos en dos oportunidades, si bien fue un déspota ejerciendo el poder por diez años, la ciudadanía lo puso en ese lugar. A los militares argentinos, que Vargas Llosa ni siquiera recuerda, nadie los eligió para que mataran, torturaran y desaparecieran personas. Entiendo sí, que la ajetreada campaña electoral que lo enfrentó con el mismo Fujimori en el año 1990, y con quien perdió en el ballotaje, lo tuvo alejado de la realidad latinoamericana de su tiempo.

La Fiesta del Chivo, uno de los mejores libros escritos por Vargas Llosa, es un excelente testimonio de la sangrienta y longeva dictadura de Trujillo en República Dominicana. Nadie duda que conoce del tema, sólo que a veces el hecho de mirar tanto su propio ombligo, hace que ni siquiera registre lo que sucede en el país vecino. Insisto.El 22 de abril de 1985, en el marco de la incipiente democracia argentina, la Cámara Federal comenzó el proceso a los jefes de la última dictadura militar, acusados de violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, que terminó en diciembre del mismo año con la condena de varios de ellos, siendo éste un hito mundial en materia de derechos humanos. Hay un libro, estimado Mario, a lo mejor menos conocido en el Perú que La ciudad y los Perros o el mismo La Fiesta del Chivo, que se llama NUNCA MÁS, lo prologó un tal Sábato. Espero tenga suerte, lo pueda encontrar y leer. A lo mejor ahí cambia de opinión y admite que hace 22 años ya se juzgaban dictadores en América latina.

Utopía

– Llámame “Isla”.
Reí. – Eso no es nombre. Es lugar.
- No – negaste con tu cabeza de bucles gruesos tan acariciables -. Es utopía.
Dejé de reír. Interrogué.
- Es el lugar que no es.
Te pusiste serio.
- Es el lugar que debe ser.
- Yo haré que el lugar que no es sea el lugar que deba ser.

Extracto de "La silla del águila", de Carlos Fuentes.

viernes, 4 de enero de 2008

Negro el 38


Barack Obama dió el primer paso para convertirse en el primer presidente negro de la historia de Estados Unidos. Ganó ayer por el 38% de los votos, en el primer "caucus" (asamblea partidaria) celebrado en el estado rural de Iowa, relegando a un tercer lugar a su par demócrata, la senadora por Nueva York, Hillary Clinton. Restan, hasta el 4 de noviembre cuando se realicen las elecciones presidenciales, una seguidilla de disputas inetrnas para finalmente designar, vía delegados partidarios, al candidato demócrata que luchará por llegar al despacho oval.

A base de carisma, oratoria persuasiva y un mensaje de cambio, Obama se perfila como una esperanza de las nuevas generaciones, hoy alejadas de la vida política. Los expertos coinciden en que su mayor caudal electoral está en los jóvenes, universitarios, negros, latinos,etc. Pero nadie reparó en la cantidad de adeptos que cosecha en la platea femenina. Sino, miren este vídeo donde Obama Girl declara: "I got a crash... on Obama." Ya registró más de 4.700.000 visitas.

jueves, 3 de enero de 2008

LANATA VUELVE AL RUEDO


En exactamente 60 días, Jorge Lanata volverá a dirigir un diario, y será la primera vez que un emprendimiento de su autoría no lleve un nombre original. El matutino que saldrá en todo el país el lunes 3 de marzo llevará el nombre de Crítica, el mítico diario fundado por Natalio Botana, que en su época de esplendor (década del 20) llegó a ser el más vendido de américa latina.

Además de la redacción, que funciona desde hace meses en Maipú 271, hay cuestiones ya definidas: Lanata será el director y tendrá un porcentaje del paquete accionario. Saldrá de lunes a domingo, costará $1, será un falso tabloide (al estilo página/12), no tendrá suplementos especiales y el cuerpo central será de 48 páginas todos los días, menos la edición dominical que llegará a 64.

Hay nombres que ya están:

Subdirector: Martín Caparrós

Jefe de redacción: Guillermo Alfieri (ex veintitrés)

Secretario de redacción I: Silvio Santamarina (ex Perfil)

Secretario de redacción II: Eduardo Blaustein

Editor Política:Diego Schurman (ex Página/12) e Ignacio Miri (ex Télam)

Editor Economía:Maximiliano Montenegro y Claudio Zlotnik (ambos, ex Página/12)

Editor Deportes:Gustavo Veiga (ex Página/12)

Editor Cultura:Marcelo Panozzo (ex ADN)

Editor Espectáculos:: Osvaldo Bazzán

El equipo de redactores tiene un promedio de edad que no supera los 45 años. Entre ellos están: Alejandro Seselovsky ,Fernanda Nicolini, Romina Manguel, Luciana Geuna, Javier Romero, Juan Cruz Sanz y muchas plumas jóvenes más.
Dos dudas quedan boyando, una es acerca de la financiación, que se analizará en alguna entrada posterior, y la otra es: ¿Crítica le sacará lectores a Perfil, Página, La Nación o se inclinará por un público más joven, hoy reacio al soporte papel?

Vivir para contarla


La organización Reporteros Sin Fronteras ha presentado su informe anual, en el que da cuenta de las bajas registradas entre los profesionales de los medios de comunicación en el último año. Los datos son escalofriantes:
  • 86 periodistas muertos

  • 20 colaboradores de medios muertos

  • 887 detenidos

  • 1511 agredidos o amenazados

  • 528 medios censurados

  • 67 periodistas secuestrados

Y respecto a Internet :

  • 37 bloggers detenidos

  • 21 agredidos

  • 2.676 sitios cerrados o suspendidos

Irak es el principal punto negro del mapa. "En ningún país han matado nunca a tantos periodistas. Desde la invasión norteamericana, en marzo de 2003, allí han asesinado al menos a 207 profesionales. Ni la guerra de Vietnam, ni el conflicto en la antigua Yugoslavia, ni siquiera las masacres de Argelia o el genocidio ruandés causaron tantas víctimas", denuncia el informe.

miércoles, 2 de enero de 2008

Amor en negro y amarillo


Pienso en voz alta. ¿Se apagarán en algún momento aquellas luces? Esas que se juntan como un puñado a lo lejos. ¿Descansará a alguna hora el neón que percibo incandescente en cada instante de la madrugada? Son las tres de la mañana, abro la cortina y contemplo el afuera. Son como pequeños alfileres fluorescentes que parecen disfrutar de su encendido perpetuo. Siempre están erguidas, verticales, fálicas. Miran hacía arriba, cogotean, aunque nadie lo note, para ver que sucede en la otra esquina. Desde el piso 14 una ventana todavía mantiene, al igual que la plazoleta del frente, sus luces encendidas. Me arriesgo a que debe ser la única de este hotel, que hospeda extranjeros que cenan temprano y hombres de negocios que pululan con señoritas que tienen más cara de novias adolescentes que de señoras bien.
Una pareja se ve feliz desde las alturas. Imagino su historia. Él la encaró a ella en un bar de San Telmo, hace mucho, cuando todavía era el rincón de las antigüedades y el tango. Ahora sólo habitan prostitutas, y casi nada más. Están sus clientes, claro, pero son minoría. Ella no debe ser una mina fácil, pero él la peleó porque se enamoró a primera vista. Ahora se besan como si los dos se amasen de la misma forma, pero no creo que así sea. Ella ahora lo ama más. Él, cada día la ama un poquito menos, pero eso no excluye que un frío viernes por la noche no puedan ir al cine y comerse la boca a besos al pie del obelisco.
Casi no veo luces afuera, la parejita ya abandonó su puesto de amorío. Sabiamente, decidieron tomar el rumbo correcto. Irán a hacer el amor al auto de él. Es chofer de un taxi que trabaja toda la noche. Estimo que reclinarán los asientos y el letrero de “libre” no estará a la vista del público. Buenos Aires tendrá, una vez más, un taxi menos, dos amores más.

Vuelta a la manzana



Créase o no, hay veces que las casualidades tienen forma de manzana o nombre de calles. En Córdoba vivía sobre la calle Buenos Aires, y una vez instalado en Buenos Aires, una inmobiliaria de poca monta decidió que alquilara un departamento que mire a la avenida del mismo nombre.Cuando me pongo nostálgico y pienso en mi ciudad natal, salgo a la vereda, miro el cartel “Avenida Córdoba 1500-1600” y me tranquilizo, siento que estoy más cerca. Los domingos la avenida Córdoba es tranquila y amigable. Pasan pocos colectivos, algunos autos, y casi nada de peatones. Doblo por Paraná, edificios altos, la mayoría mantienen sus puertas cerradas y advierten a los que allí habitan, cartel en la puerta mediante, que tengan especial cuidado al ingresar de noche. Algunas baldosas flojas y una vereda recién baldeada complica el paso de turistas brasileros que se alojan en el Hotel MayFlower, que ofrece una habitación doble a cambio de u$s 145 más iva. Antes de llegar a Viamonte hay un par de quioscos 24 horas, íntimos aliados de las almas cooptadas por el insomnio. Un garage con puertas de chapa que parece abandonado, tiene como vecino a un supermercado Coto, promete cortes de carne económicos los sábados y electrodomésticos con un 30% de descuento los días domingo.Sentada en la vereda, con cajones de frutas y verduras que la cobijan, una mujer con rasgos aindiados expone su mercadería al público y jura que son de primera calidad. “Pruebe, si no le gusta, no se la cobro”, dice Esther mientras una cuarentona con mirada incisiva prueba una frutilla roja, casi de fuego. Un cyber atendido por Xyun, un coreano que desde hace más de 5 años tiene la hora de internet a $0.99, es el fin de la esquina que alguien bautizó con el nombre de la capital charrúa. Justo allí, donde se hacen un nudo Montevideo y Viamonte, pasa el 140 y el 29 a vuelo de pájaro. Apuesto a que ninguno de los colectiveros contempla que alguien registra su paso desde una silla desvencijada, lágrima en mano, desde el viejo Bar Imperial. Ramón trae la cuenta. Son $4, como siempre. Falta media cuadra y otra vez llegaré a Córdoba, al fin de cuentas, está más cerca de lo que uno imagina.

El día después de mañana, o cómo el mundo se tiñó de rojo


Y mañana todo amanecerá teñido de rojo. Cuando el caos que hoy reina en la inmensidad de los mares dé paso a la inevitable parsimonia del infinito, todo será más predecible. Pero eso quizás no lo podamos ver. O sí, pero desde otro lugar. Todo y Nada serán lo mismo, el fluir de la vida tendrá una única vía de materialización: el futuro. Mientras tanto habrá que ingeniárselas para sobrevivir en la angustia perenne que significa el presente. Futuro, ven, aquí te espero, sino llego a verte, es porque el maldito presente me subordinó al caos de lo real y terminó por liquidarme. Quiero ser futuro, ser parte de lo inmaterial, de esa oleada universal lacónica que se conforme con sólo un término para entender lo que suceda: Paz. Son tres letras. Dos consonantes, una vocal. Parece una composición sintáctica sencilla, pero no lo es; esconde su morfología un engaño conceptual. La P, es el inicio de la palabra Petróleo, la A, es el comienzo de la palabra Agua y la Z, podría ser la introducción a un recurso natural que aún desconocemos. Las guerras son y serán por recursos escasos que la humanidad monopoliza y no comparte, destruye y no protege. El ser humano, encarnado en los gobernantes que supieron elegir, va erosionando su propio porvenir con sucesivos errores de adolescente iletrado. Es como aquel aprendiz angurriento que en el afán de huir del mundo, se cayó del mapa.
Vivimos en una esfera de cristal agobiada de miserias endémicas. La esfera es rodeada, jaqueada. El cristal se rompe, el virus ingresa, dispersa su líquido rojo ferrari, es la sangre del consumismo, son las lágrimas de la dignidad, la infección mundial que huele a oportunismo. La humanidad ya cambió. Fue teñida y permanecerá de ese color, hasta desaparecer.
Una lupa gigante con forma de pipa, sólo Dios sabrá de qué modo se pita tal utensillo, será la pantalla desde donde se podrá observar al mundo. Serán los muertos, donde quiera que residan sus almas, los privilegiados de chusmear el acontecer de un mundo que mutará a cada segundo. Desde las alturas de lo intangible, sólo se ven puntos negros que se pisan los unos a los otros. Parecen hormigas, pero llevan saco y corbata, camisas y polleras.
Agradezco haber muerto en esta época. No me simpatiza la idea orwelliana del espionaje.
Prefiero verlos a ustedes, hace un rato era yo mismo, desde la comodidad que ofrece la muerte.
El cansancio es aterrador, los ojos se irritan de tanto movimiento indescifrable. Se ve, siempre desde la comodidad del que observa colgado de una nube con gusto a escombro, una enorme trinchera variopinta en donde miles de millones de siluetas con rasgos humanoides pugnan por su lugar, el no lugar, la no estadía. La eternidad. El dolor de ya no ser.

martes, 1 de enero de 2008

Una vez me presenté así

Hace no mucho tiempo, en un curso de periodismo narrativo, tuve que presentarme ante mis compañeritos virtuales para que supieran quién corno era. En aquella oportunidad dije más o menos así:

"Escribir sobre uno mismo no me hace mucha gracia. Trataré de hacerlo, como si el que le diera golpes al teclado fuera ese “otro yo” que todos tenemos.

Nací un 18 de enero de 1986 en Almafuerte, un pueblo distante a 100 km de la ciudad de Córdoba, que todavía duerme la siesta hasta las 5 de la tarde o en su defecto hasta que el afilador de cuchillos los despierte con su encantador chillido. Viví allí hasta los 15, me mudé a Córdoba Capital por razones laborales de mi viejo. Por aquel entonces sentía que me habían quitado una parte del cuerpo. Dejaba el lugar en el que había nacido, jugado a las escondidas, robado duraznos del vecino, armado “picaditos” de fútbol hasta el anochecer y muchas cosas más. Pero fue una sabia partida. Una vez radicado en Córdoba, viví en tres casas diferentes, continué mis estudios secundarios, y allí conocí los que hasta el día de hoy siguen siendo mis entrañables amigos. A los 18 años entré en una crisis, pequeña, micro, pero para mí era gigante. Y ahora...¿qué hago?, me pregunté. Desde muy chico siempre tuve en claro que quería ser periodista. A los 10 años ya andaba con un grabador en la mano, inventaba programas de radio con mis primos, relataba partidos de fútbol en el techo de mi casa, y hasta ponía voz de locutor para las tandas comerciales. Pero cuando de veras me tuve que decidir a estudiar esta carrera tuve más dudas que certezas. Averigüé en muchas facultades, revisé infinidad de planes de estudio, hablé con mucha gente, y arribé a una conclusión: no hace falta estudiar para ser periodista, cualquiera puede serlo. Sólo hace falta saber escribir medianamente bien, tener un poco de suerte, y ser un tanto caradura. Me deprimí mucho cuando llegue a semejantes conclusiones. ¿Qué hago con 18 años? ¿Estudio periodismo? ¿Empiezo derecho?, ¿me meto en ciencias políticas? Mi cabeza giraba como un carrusel y ni siquiera me esforzaba en buscar la sortija, hasta que una tarde calurosa de Febrero dije: “Me voy a Buenos Aires”. Y así es como ahora les estoy escribiendo estas líneas a escasas cuadras del obelisco porteño. Sigo siendo más corodobés que la cañada y el cuarteto, pero Buenos Aires es linda, e invita a quedarse. Mientras rindo exámenes finales y busco trabajo que no sea alguna pasantía por 300 mangos, me anoté en este curso con la idea de aprender todos los días algo nuevo."

Este placer, ya transformado en vicio, que es la escritura será otra vez el vehículo para expresarme. No creo, como algunos sostienen, que la hoja en blanco paraliza; estoy convencido que si la piel se eriza antes de pegarle el primer sacudón al teclado, es que las cosas van bien.