FABIAN POLOSECKI (1964-1996)
viernes, 25 de enero de 2008
DETERMINISMO CANINO (se buscan investigadores ad honorem)
Se trataría a grandes rasgos, la exploración profunda correrá por cuenta del investigador de turno, de un estudio para dilucidar la extraña relación que entablan los propietarios de perros de la ciudad de Buenos Aires (en su mayoría, me adelanto riesgosamente al trabajo de campo, mujeres mayores de 60 años que viven solas en departamentos de no más de 50 mts) con sus mascotas.
Es tanta la intriga que me generan las posibles conclusiones, aunque muchas las intuyo por corroborarlas empíricamente cada mañana, que me pondré yo mismo al frente de la investigación. Pero solo no puedo, necesitaré ayuda. Cualquier persona, exceptuando señoras de más de 60 por considerarlas posibles actoras intervinientes de nuestro universo investigativo, con ganas de poner un manto de luz a semejante fenómeno urbano, será bienvenido.
Proximamente daré a conocer las personas que me acompañarán en semejante emprendimiento, y en breve, estarán los resultados arrojados por el estudio. El mismo no llevará mas de 15 días.
NOTA: En la opción comentarios, usted podrá dar su opinión al respecto o bien sumarse como investigador ad honorem en esta cruzada por la patria científica porteña. La comunidad toda, agradecida. ADHIERE: OPEECDLVP (Organización para erradicar el excremento canino de la vía pública)
lunes, 21 de enero de 2008
ME GUSTÓ
Se respeta bastante, y eso le gusta al tipo que fue con la imágen "literaria" de Florentino y Fermina en la cabeza, la historia original tallada por García Marquez, no en vano dio el ok y se alzó con 3 millones de dólares a cambio de los derechos de su obra. La música es otro acierto, abajo podrá escuchar uno de los temas de la banda sonora, Shakira acompaña con dulzura y armonía una narración, que como un avioncito de papel va levantando vuelo de principio a fin, y logra establecer altura a medida que pasan los minutos.
Cuando hay adaptaciones cinemtaográficas de grandes obras de la literatura, uno entra desconfiado al cine. Saca la entrada con miedo, se acomoda en la butaca de a poco, no come pochoclo hasta los 15 minutos de rodaje,etc. Estaba nervioso, como si mi destino dependiera del éxito o el fracaso del film que tenía enfrente.
Siempre pienso que entre un buen libro y su correlato en película, me quedo con la primer opción. Rara vez sucede lo contrario. Esta vez no fue la excepción. La versión escrita de El amor en los tiempos del cólera será siempre mejor que cualquier película que se haga al respecto. Pero esta vez, aunque a priori pensaba lo contrario, fue una pintoresca y digna forma de llevar al cine la siempre eterna historia de amor. La mejor que se haya escrito en habla hispana en mucho tiempo.
LAS HORAS
viernes, 18 de enero de 2008
DESHORAS
Hurga en su saco, le obsequia una moneda de 0.25 centavos, y recibe a cambio una sonrisa estudiada. “Tengan ustedes muy buenos días, damas y caballeros”. Un hombre, canoso, con la piel curtida y la cara poceada se presta a tocar un colorido bandonéon a cambio de algunas monedas. Comienza con “zamba de mi esperanza”. Algunos agachan la cabeza, otros siguen el ritmo apenas moviendo los labios, y hay quienes se aíslan del submundo bajo tierra colocándose los auriculares de su mp3. “Próxima estación: Lacroze”, indica un cartel luminoso. Hace el cálculo, ya está media hora atrasado. Saca el celular, ahora sí tiene señal. “Te espero a las 5”, le escribió ella. “No llego a esa hora, todavía estaré en el laburo”, responde él. “Siempre lo mismo, bueno, hacé como quieras, Besos.” El mensaje final de ella fue como una puñalada, decidió no contestarle y apagó el celular. Hace tres meses que no la ve, estará en Buenos Aires una semana. Todavía no sabe si quiere verla, lo más probable es que a última hora decida que sí. “Pañuelos descartables. 3x$1, señores. En cualquier comercio lo encontrará a $1 cada paquete, no se pierda esta oferta inigualable.” El viejo del bandoneón ya se ha había bajado. De a poco el vagón va recuperando aire, ahora se respira mejor. Se renuevan los pasajeros, entra un hombre calvo, no más de metro y medio, carga con un maletín negro y lleva anteojos gruesos como un cordón cuneta. Se sienta, coloca las gafas a media asta y se dispone a leer “Clarín.” El muchacho quiere disimular, pero no puede. Se pone colorado, vuelve a prender el celular. “Los incas, fin del recorrido” repite una voz latosa. El hombre del maletín enrosca el diario, lo acomoda debajo de su hombro. Guarda los anteojos en el bolsillo de su camisa. Cruza la avenida, entra en un bar. “Cortado por favor.” A los 5 minutos está conversando con una mujer rubia, entrada en años, pero elegante. Se mantiene en forma, me arriesgo a que hace gimnasia por lo menos dos veces a la semana. Ella le escribe un número en una servilleta. Se dan un beso. Dura unos segundos. El muchacho contempla desde el vidrio, decide seguir caminando. Sabe, más que nunca, que hoy su jefe no irá a trabajar a horario.
martes, 15 de enero de 2008
Un capítulo cualquiera de una novela futura
Compré el diario L´Humanite por intriga. Quería averiguar si el periódico insignia de los rojos seguía siendo comunista. Jean Jaures lo fundó con un espíritu libertario en una época donde los ideales era algo por lo que valía la pena luchar. Hoy, ya no existen. Y, si quedan algunos pocos, se venden al mejor postor en cualquier feria. Son bienes de cambio, es todo simbólico, nada real. Me pregunto qué es la izquierda. Me respondo que sólo es una de las alternativas al toparse en una esquina. La izquierda como opción política está casi extinta. Sólo encontramos un puñado de dirigente megalómanos que deciden dividirse por sostener un ápice de diferencia respecto a su partener. ¡Proletarios del mundo uníos!, verbalizó Marx. Este lúcido pensador alemán, con más pelos en la barba que certezas en sus ideas, olvidó agregar ¡Ególatras del mundo, únanse”. Ya verán, denme tiempo, y me darán la razón. La izquierda podrá ser una opción real de poder, el día que sus líderes dejen de lado los personalismos y entiendan que la política se hace con muchas cabezas encendidas y no con un único cerebro alimentado a energía solar. Sino todo seguirá como entonces, la izquierda seguirá pululando entre el electorado, mendigando votos para obtener algún escaño legislativo. Serán, en definitiva, como dos calvos, peleándose por un peine.
Me imaginé arengando a una multitud efervescente que aclamaba mi nombre. Yo levantaba las dos manos, apretaba fuerte los puños y recitaba un discurso encendido estudiado de memoria la noche anterior. Me di cuenta que estaba hablando solo.
domingo, 13 de enero de 2008
Desde el cyber
sábado, 12 de enero de 2008
Bob Dylan será cordobés por una noche ¿La mona de telonero?
miércoles, 9 de enero de 2008
Y en eso llegó Fidel
Hace 49 años Fidel Castro derrotaba al dictador Fulgencio Batista e ingresaba triunfante en La Habana. Comenzaba la Revolución cubana. Aquí un videito de lo que es la capital de la isla, hoy. El blog fidelestavivo.blogspot.com recoge mis reflexiones acerca de la visita al país caribeño, hace exactamente un año.
Dile a esa chica que no llame más PARTE III
A lo mejor cuando termine de rasurar esta barba de diez días, se aclaren mis ideas. Mientras tanto sigo parado en esta silla, me siento un trapecista, a lo mejor quiero hacer piruetas en su oreja, o tal vez quiero pesquisarme un rato más en el espejo, para ver, de una vez por todas, si logro saber quién soy. El teléfono ya dejó de sonar.
Dile a esa chica que no llame más PARTE II
De a poco el vapor de la ducha recién cerrada se esfumaba y daba paso a un rostro de barba dura que amenazaba con permanecer muchas horas en vano frente al cristal que todavía olía a masilla recién colocada.
martes, 8 de enero de 2008
Dile a esa chica que no llame más I PARTE
Por eso no atendí el teléfono aquella noche. Sonó tanto que al octavo o noveno “riiin” ya lo incorporé al sonido del ambiente y no me hice mayores problemas.
Seguramente ella me está insultando, debe pensar que no la atiendo porque no quiero, y tiene razón. Hay veces que su voz me aburre, y la confundo muy a menudo con la de un moscardón ebrio que zumba sin cesar, diciendo frases incoherentes. Ella me dice que soy ciclotímico, ¿quién no lo es? Si no lo fueramos seríamos todos vegetales, que sólo toman agua cuando alguna alma gentil se acuerda de regarlas. Todos cambiamos, todos mutamos, es de una estupidez sublime afirmar que “sos ciclotímico”. Sí, lo soy, y prefiero serlo, antes de ser una olvidada planta envuelta en una maseta llena de tierra reseca. “Somos diferentes”, claro que lo somos, están los genes, mi amor, hay algo que se llama genética, hay personas que se han derretido las pestañas para hacernos saber que las personas tenemos diversas conformaciones genéticas. No hay, aunque difícil de comprobar caso por caso, una persona igual a la otra. Por estas, y muchas cosas más, opté por no atender el teléfono.
domingo, 6 de enero de 2008
La hija del militar
Era una costumbre, más festejada por la visita que por el huésped, que se practicaba cada verano. Las estadías eran largas y pegajosas, como aquella noche de enero. Era un compromiso casi ineludible. “Cuando vos querés ir a Rosario, ellos te reciben de la mejor manera”, le decía siempre la madre de Noelia a Don Dante, cuando éste rezongaba por semejante invasión genealógica.
Noelia se levantó como un resorte de aquella silla con tiras amarillas compradas en Mar del Plata un verano cualquiera de la década del setenta.
“No te esperaba tan temprano”, acotó Noelia cuando un murmullo indescifrable se había apoderado del ambiente. Me dio un beso en la mejilla, tibio como un mate sin actividad. Un tipo alto, de espaldas anchas como una avenida, el pelo recién lavado, ordenado bajo una estricta raya al medio y una mirada inquisidora, me tendió la mano. “Un gusto caballero”, me dijo el General Dante Solórzano apretándome la palma de mi mano con un movimiento en seco y aplastante. Fue como una morza de carne y hueso que paralizó mi sangre.
Las miradas recorrieron de punta a punta aquel pedazo de vereda de la calle Vieytes. Me sentía invadido por una docena de pupilas juzgadoras a punto de salirse de su órbita por hacer público sus pensamientos.
“Me voy a tomar un helado, vuelvo en un ratito”, aclaró ella. “Buenas noches, buen provecho”, finalicé, mientras observaba cómo la Tía Elvira se devoraba un sándwich de miga doblado en dos partes como si fuera un papel de borrador.
Luego de tanta intimidación pública, tras doblar en la esquina a la derecha, siempre a la derecha, la tomé de la cintura y le di el primer beso en la boca. Fue un beso subversivo, a la inconsciente distancia de media cuadra. Intuí que podían llegar de parte de ella las disculpas correspondientes por la incomodidad del momento. Intenté tapar aquella concatenación de palabras de compromiso, por algo más espontáneo, un beso nervioso de un muchacho inexperimentado. No le dí tiempo a que lo pensara, fui directo a su boca. Suspiró. Siguió mis impulsos unos segundos y se dejó llevar unos instantes, pero no me dejó avanzar mucho más. Para mí había sido una gran conquista. Como buena hija de militar, me tanteó la cintura como si fuera un cacheo de rutina, y puso fin a una apuesta demasiado ambiciosa ante semejante conservadorismo maquillado de niña. "Acá no", susurró. Sólo encontró en mi bolsillo trasero unos pétalos marchitados de un jazmín ajeno. Lo sentí como un triunfo. Cruzamos la avenida Islas Malvinas y pasó su brazo por mi cintura. Era feliz. Amor clandestino arrebatado de los brazos del horror. Fue, como un escupitajo de borrego en el vaso de whisky de un General que madruga a las 6 de la mañana sólo para cumplir su rutina castrense y golpearse el pecho mientras grita: ¡Viva la patria!
Final del juego
Sus palabras cayeron como un disparo de plomo, certero, doloroso, justo en el blanco.
Balbuceé tres palabras inconsistentes: “Pero... creo que...”. Hubo un silencio intenso, luego convertido en un sonido latoso insoportable. Volvió con su tiro efectista. “Ya no somos nada, mientras duró fue lindo, pero se acabó todo. Espero que lo puedas entender, yo no tengo más nada para decirte.” Colgó. Estaba convencido de que sería la última vez que escucharía su voz. Busqué una foto de ella, la acaricié, la doblé, le dibujé un corazón al dorso, la rompí en cuatro pedazos. ¿Qué pasa cuando se hace juguete el amor? me preguntaba, posiblemente se pierden las ganas de amar, me contestaba, como un autómata sumiso a su propio pensamiento. Cuando el amor cambia de estado, y pasa de lo idílico a lo lúdico, las barreas se diluyen y ya casi no hay espacio para reclamos pretéritos. Se transforma de repente en algo descartable, obsoleto, como un mapa viejo manchado de café. Juego a tirar los dados, imaginando encontrar su rostro en algún pueblo perdido de ese mapa que huele a naftalina. Todavía se identificaba la sonrisa de ella, apenas unos dientes blancos pugnaban por sobrevivir a tanta bronca adolescente. La sonrisa desapareció de golpe, en un rápido forcejeo entre mis propios dedos arrojé los restos a la basura. Sentí un dolor en el pecho, una angustia en el alma, una grieta en las tripas. Se me vino de repente una imagen con gusto a lágrima, con olor a nostalgia. Era ella otra vez. El contraste fue atroz. Un ángel vestido de mina y un tipo convertido en un trapo de piso, como una función de títeres, donde el amor maneja los hilos de una marioneta eterna, de un infeliz contento, de un juego sin retorno.
sábado, 5 de enero de 2008
La oposición en ojotas I PARTE
A Marito se le escapó la tortuga
Utopía
Reí. – Eso no es nombre. Es lugar.
- No – negaste con tu cabeza de bucles gruesos tan acariciables -. Es utopía.
Dejé de reír. Interrogué.
- Es el lugar que no es.
Te pusiste serio.
- Es el lugar que debe ser.
- Yo haré que el lugar que no es sea el lugar que deba ser.
Extracto de "La silla del águila", de Carlos Fuentes.
viernes, 4 de enero de 2008
Negro el 38
jueves, 3 de enero de 2008
LANATA VUELVE AL RUEDO
Vivir para contarla
- 86 periodistas muertos
- 20 colaboradores de medios muertos
- 887 detenidos
- 1511 agredidos o amenazados
- 528 medios censurados
- 67 periodistas secuestrados
Y respecto a Internet :
- 37 bloggers detenidos
- 21 agredidos
- 2.676 sitios cerrados o suspendidos
miércoles, 2 de enero de 2008
Amor en negro y amarillo
Una pareja se ve feliz desde las alturas. Imagino su historia. Él la encaró a ella en un bar de San Telmo, hace mucho, cuando todavía era el rincón de las antigüedades y el tango. Ahora sólo habitan prostitutas, y casi nada más. Están sus clientes, claro, pero son minoría. Ella no debe ser una mina fácil, pero él la peleó porque se enamoró a primera vista. Ahora se besan como si los dos se amasen de la misma forma, pero no creo que así sea. Ella ahora lo ama más. Él, cada día la ama un poquito menos, pero eso no excluye que un frío viernes por la noche no puedan ir al cine y comerse la boca a besos al pie del obelisco.
Casi no veo luces afuera, la parejita ya abandonó su puesto de amorío. Sabiamente, decidieron tomar el rumbo correcto. Irán a hacer el amor al auto de él. Es chofer de un taxi que trabaja toda la noche. Estimo que reclinarán los asientos y el letrero de “libre” no estará a la vista del público. Buenos Aires tendrá, una vez más, un taxi menos, dos amores más.
Vuelta a la manzana
Créase o no, hay veces que las casualidades tienen forma de manzana o nombre de calles. En Córdoba vivía sobre la calle Buenos Aires, y una vez instalado en Buenos Aires, una inmobiliaria de poca monta decidió que alquilara un departamento que mire a la avenida del mismo nombre.Cuando me pongo nostálgico y pienso en mi ciudad natal, salgo a la vereda, miro el cartel “Avenida Córdoba 1500-1600” y me tranquilizo, siento que estoy más cerca. Los domingos la avenida Córdoba es tranquila y amigable. Pasan pocos colectivos, algunos autos, y casi nada de peatones. Doblo por Paraná, edificios altos, la mayoría mantienen sus puertas cerradas y advierten a los que allí habitan, cartel en la puerta mediante, que tengan especial cuidado al ingresar de noche. Algunas baldosas flojas y una vereda recién baldeada complica el paso de turistas brasileros que se alojan en el Hotel MayFlower, que ofrece una habitación doble a cambio de u$s 145 más iva. Antes de llegar a Viamonte hay un par de quioscos 24 horas, íntimos aliados de las almas cooptadas por el insomnio. Un garage con puertas de chapa que parece abandonado, tiene como vecino a un supermercado Coto, promete cortes de carne económicos los sábados y electrodomésticos con un 30% de descuento los días domingo.Sentada en la vereda, con cajones de frutas y verduras que la cobijan, una mujer con rasgos aindiados expone su mercadería al público y jura que son de primera calidad. “Pruebe, si no le gusta, no se la cobro”, dice Esther mientras una cuarentona con mirada incisiva prueba una frutilla roja, casi de fuego. Un cyber atendido por Xyun, un coreano que desde hace más de 5 años tiene la hora de internet a $0.99, es el fin de la esquina que alguien bautizó con el nombre de la capital charrúa. Justo allí, donde se hacen un nudo Montevideo y Viamonte, pasa el 140 y el 29 a vuelo de pájaro. Apuesto a que ninguno de los colectiveros contempla que alguien registra su paso desde una silla desvencijada, lágrima en mano, desde el viejo Bar Imperial. Ramón trae la cuenta. Son $4, como siempre. Falta media cuadra y otra vez llegaré a Córdoba, al fin de cuentas, está más cerca de lo que uno imagina.
El día después de mañana, o cómo el mundo se tiñó de rojo
Vivimos en una esfera de cristal agobiada de miserias endémicas. La esfera es rodeada, jaqueada. El cristal se rompe, el virus ingresa, dispersa su líquido rojo ferrari, es la sangre del consumismo, son las lágrimas de la dignidad, la infección mundial que huele a oportunismo. La humanidad ya cambió. Fue teñida y permanecerá de ese color, hasta desaparecer.
Una lupa gigante con forma de pipa, sólo Dios sabrá de qué modo se pita tal utensillo, será la pantalla desde donde se podrá observar al mundo. Serán los muertos, donde quiera que residan sus almas, los privilegiados de chusmear el acontecer de un mundo que mutará a cada segundo. Desde las alturas de lo intangible, sólo se ven puntos negros que se pisan los unos a los otros. Parecen hormigas, pero llevan saco y corbata, camisas y polleras.
Agradezco haber muerto en esta época. No me simpatiza la idea orwelliana del espionaje.
Prefiero verlos a ustedes, hace un rato era yo mismo, desde la comodidad que ofrece la muerte.
El cansancio es aterrador, los ojos se irritan de tanto movimiento indescifrable. Se ve, siempre desde la comodidad del que observa colgado de una nube con gusto a escombro, una enorme trinchera variopinta en donde miles de millones de siluetas con rasgos humanoides pugnan por su lugar, el no lugar, la no estadía. La eternidad. El dolor de ya no ser.
martes, 1 de enero de 2008
Una vez me presenté así
Hace no mucho tiempo, en un curso de periodismo narrativo, tuve que presentarme ante mis compañeritos virtuales para que supieran quién corno era. En aquella oportunidad dije más o menos así:
"Escribir sobre uno mismo no me hace mucha gracia. Trataré de hacerlo, como si el que le diera golpes al teclado fuera ese “otro yo” que todos tenemos.
Nací un 18 de enero de 1986 en Almafuerte, un pueblo distante a 100 km de la ciudad de Córdoba, que todavía duerme la siesta hasta las 5 de la tarde o en su defecto hasta que el afilador de cuchillos los despierte con su encantador chillido. Viví allí hasta los 15, me mudé a Córdoba Capital por razones laborales de mi viejo. Por aquel entonces sentía que me habían quitado una parte del cuerpo. Dejaba el lugar en el que había nacido, jugado a las escondidas, robado duraznos del vecino, armado “picaditos” de fútbol hasta el anochecer y muchas cosas más. Pero fue una sabia partida. Una vez radicado en Córdoba, viví en tres casas diferentes, continué mis estudios secundarios, y allí conocí los que hasta el día de hoy siguen siendo mis entrañables amigos. A los 18 años entré en una crisis, pequeña, micro, pero para mí era gigante. Y ahora...¿qué hago?, me pregunté. Desde muy chico siempre tuve en claro que quería ser periodista. A los 10 años ya andaba con un grabador en la mano, inventaba programas de radio con mis primos, relataba partidos de fútbol en el techo de mi casa, y hasta ponía voz de locutor para las tandas comerciales. Pero cuando de veras me tuve que decidir a estudiar esta carrera tuve más dudas que certezas. Averigüé en muchas facultades, revisé infinidad de planes de estudio, hablé con mucha gente, y arribé a una conclusión: no hace falta estudiar para ser periodista, cualquiera puede serlo. Sólo hace falta saber escribir medianamente bien, tener un poco de suerte, y ser un tanto caradura. Me deprimí mucho cuando llegue a semejantes conclusiones. ¿Qué hago con 18 años? ¿Estudio periodismo? ¿Empiezo derecho?, ¿me meto en ciencias políticas? Mi cabeza giraba como un carrusel y ni siquiera me esforzaba en buscar la sortija, hasta que una tarde calurosa de Febrero dije: “Me voy a Buenos Aires”. Y así es como ahora les estoy escribiendo estas líneas a escasas cuadras del obelisco porteño. Sigo siendo más corodobés que la cañada y el cuarteto, pero Buenos Aires es linda, e invita a quedarse. Mientras rindo exámenes finales y busco trabajo que no sea alguna pasantía por 300 mangos, me anoté en este curso con la idea de aprender todos los días algo nuevo."
Este placer, ya transformado en vicio, que es la escritura será otra vez el vehículo para expresarme. No creo, como algunos sostienen, que la hoja en blanco paraliza; estoy convencido que si la piel se eriza antes de pegarle el primer sacudón al teclado, es que las cosas van bien.