“Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”
FABIAN POLOSECKI (1964-1996)

sábado, 26 de diciembre de 2009

FUE

T se levantó de golpe. Le pegó una trompada a la mesa de noche y disparó un tiro al techo. Rompió un foco de luz y la habitación quedó en penumbras.
Se rascó la barba con la punta del revolver y volvió a disparar, ahora verbalmente:
- Qué bueno era Hemingway para poner títulos. Cuánta verdad encierran sus libros.
Al menos, tres verdades seguras:
París era una fiesta. Hoy soy el viejo y soy el mar. Hoy las campanas doblan por mí.

Cuando volvió a mirar el techo, las palabras quedaron retumbando entre las sábanas. Como un grito final, como susurros del más allá.

jueves, 17 de diciembre de 2009

EL ÚLTIMO LECTOR

I sometimes sit beneath a tree
And read my own sweet songs;
Though naught they may to others be,
Each humble line prolongs
A tone that might have passed away,
But for that scarce remembered lay.

OLIVER WENDELL HOMES, The Last Reader.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

RAROS

Rara pose la de aquellos que se jactan de saberlo todo. Llevan la mirada de un río cansado. Frío, lejano y seco. No saben de qué, pero se ríen. No saben por qué, pero gritan. Y se visten bien, claro. Y hablan como por encima de las montañas aunque no midan más de un metro y medio.
Rara pinta la de los enanos que se creyeron dueños del cielo por apretar un botón del ascensor.
Los de abajo, que suben por escaleras de papel madera, los observan con el cuello torcido.
De qué sirve dar un paso si sólo es para ensuciarle la cara a la baldosa. Por las dudas ellos van descalzos. No vaya a ser cosa que los acusen de algo malo.
Es raro verlos tan alto. Es raro saber que vuelan tan bajito y gritan tan alto.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

SOL

Hoy pienso en la eterna presencia del sol. Esa prepotencia lumínica que te deja finito. Esa destreza que nos hace creer que cada día es diferente. En definitiva, su habilidad para cambiar el mundo.

domingo, 6 de diciembre de 2009

EL HOMBRE QUE LE SACA FOTOS AL ALMA

Es como un cuello perfecto al que le entran todas las miserias, penas, llantos y dudas del mundo.
Es una sensación de amnistía generalizada que ingresa por los ojos y se anuda como un ovillo en el centro del pecho.
Se acomodan en fila y dejan un surco lo más parecido a la eternidad.
Los pies se hunden en la arena y se mezclan con la espuma fría de un mar
que cachetea caracoles huérfanos. Las lágrimas, obreras fieles para que ese paisaje nunca deje de humedecer.

El dolor tiene siempre frío y la felicidad transpira de calor. Allí adentro, en ese hueco profundo como las caderas de las olas, se chocan las bufandas de uno y las gotas de sudor del otro. Se dan la mano y conviven hasta que una ráfaga de viento los parte en partes desiguales.

La bola de nieve se anticipa. Entra, irrumpe, descoloca. Rompe todo. Los meses tiritan al compás de árboles secos que no dejan de moverse. Y los relojes, tapados de hojas mudas que gritan cansadas, ya no saben hacia qué esquina correr en busca de la puntualidad.
- Me voy de acá, susurra el hombre que tiene el rostro pintado de sepia y que lleva dos ojos de búho colgados sobre la terraza de la memoria.
- Me voy a otro sueño donde no haya tanto frío. Ni tanto dolor.