“Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”
FABIAN POLOSECKI (1964-1996)

domingo, 27 de septiembre de 2009

MIRAME

Y pensar que detrás de cada teta hay un corazón.
Hasta en esos pechos apretados que impiden el paso de una pulga.
Hasta en esos simulacros de valles mal regados.
Hasta donde parece que no hay nada, hay algo.
Siempre. Y son dos. Y laten fuerte.
Y justo te pide que la abraces cuando hay tormenta de sol.
Y cuando finalmente se chocan son tres, y no dos, las caras que te miran.
Intercambian una mirada interminable.
Larga como una soga atada al cuello de una serpiente.
Ahora tenés sobrados motivos para sentirte observado.

jueves, 24 de septiembre de 2009

OLAS

Ella manda barcos a la luna.
Para saber si llegan los mira desde abajo.
Cierra un ojo y les apunta.
Les tira piedras. No llega nunca.

Ella se cree la única capaz de rescatarla. ¿De quién? ¿De quiénes?

Pero si no sabe nadar... las olas de los barcos la matarán.

Hará la planchita y llegará hasta la costa.
Si hay algo que tiene es paciencia.
Nació para esperar y para acompañar a los que esperan.

Hay anclas viejas que la conocen de memoria.
Hay muelles canosos que le tienen contadas las arrugas de la cara.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

VACÍO

Hasta ayer él pensaba que el vacío sólo era un corte de carne. Una forma elegante de referirse al asado del domingo. Pero descubrió que las palabras tienen más personalidades que un travesti. Lo que de día se disfraza de jugosa carne sin hueso, de noche amenaza con cortarte la respiración.
Llegó al atardecer a su casa y colgó la campera en el respaldo de la silla que hace de perchero. Fue a la cocina y prendió la hornalla para calentar el ambiente. Frotó sus manos y caminó por el pasillo dejando huellas pesadas a su paso.
Fue al baño y se detuvo en el espejo. Qué cagada cuando uno no se reconoce, pensó.
En el espejo no están las respuestas. Cómo van a estar las respuestas donde nacen todas las preguntas. Se miró con rabia y empañó el vidrio con una aureola de aliento fresco. Le mostró sus dientes blancos como exijiéndole toda la información del mundo. Sus ojos parecían dos navajas que acababan de cortarle el pescuezo a la luna.
Volvió tras sus pasos. Los reconoció. Se preguntó por qué se lleva mejor con las huellas de los pies que con las de la cara. Si caminara con la boca y respirara con los pies, de qué se disfrazaría el espejo para explicárselo. Tampoco tenía respuesta para eso. Hay veces que no es necesario hacer aladeltismo o pinchar un pedazo de carne para sentir el aliento del vacío en la cara. Y ardiéndote por dentro.

martes, 22 de septiembre de 2009

EL SILBIDO

Es una partitura sin letra. Una música instrumental.
Es cantar una canción sin hablar, contar un cuento sin vomitar frases al viento.
Nunca desafinás.
Hablás de tristezas y alegrías apenas entreabriendo la boca y cambiando cada tanto el aire de los pulmones. Los cachetes se inflan, las mandíbulas hacen de resorte y aguantan. Los pómulos se achican y agrandan pero siempre callan.
Son los cómplices del silencio más cantado de todas las épocas, de todas las bocas, de todos los sueños, de todas las historias mudas que hablan.

lunes, 21 de septiembre de 2009

MI PRIMA VERA TENÍA RAZÓN

Y en el día de la primavera todos llevan flores como banderas. Ellos para ellas, ellas para ellas.
Caminan más contentos con esos artefactos en la mano. La felicidad, a veces, es confundida por un ramo de flores. Pero no los confunde la primavera. Son ellos los que la engañan. Son los peatones que portan máscaras de orquídeas y nardos los que creen que sólo está permitido regalar flores nueve días antes que termine septiembre.

Mi prima vera dijo allá lejos y hace tiempo:
"Hay que regalarse flores todo el año. Si no te da el cuero para comprarlas, dibujala en un hoja, hacela en papel celofán, en una servilleta, o mejor aún, robala de un jardín, de una maseta. Arrancásela a la vecina más hijaeputa de todas. Esa que te devolvía la pelota pinchada cuando caía en su patio. Y regalásela a la menos hijaeputa de tus mujeres."
Qué sabia era mi prima vera. Y pensar que cuando murió nadie le llevó ni un clavel.

martes, 8 de septiembre de 2009

GRAFITI A LA PASADA

En las paredes de la esquina de la casa que voy a tener dentro de treinta años, con un ladrillo afilado se leerá:

"Sin duda, escribir es renunciar a tomarse de la mano o a llamarse por nombres propios, y a la vez, no es renunciar sino anunciar lo ausente acogiéndolo sin reconocerlo -o bien, mediante las palabras en sus ausencias, estar relacionado con lo no recordable, testigo de lo no probado, respondiendo no sólo al vacío en el sujeto, sino al sujeto como vacío, su desaparición en la inminencia de una muerte que ya tuvo lugar fuera de todo lugar."
La escritura del desastre, Maurice Blanchot.

A lo mejor necesito dos ladrillos. Pero con una esquina me alcanza.