En las paredes de la esquina de la casa que voy a tener dentro de treinta años, con un ladrillo afilado se leerá:
"Sin duda, escribir es renunciar a tomarse de la mano o a llamarse por nombres propios, y a la vez, no es renunciar sino anunciar lo ausente acogiéndolo sin reconocerlo -o bien, mediante las palabras en sus ausencias, estar relacionado con lo no recordable, testigo de lo no probado, respondiendo no sólo al vacío en el sujeto, sino al sujeto como vacío, su desaparición en la inminencia de una muerte que ya tuvo lugar fuera de todo lugar."
La escritura del desastre, Maurice Blanchot.
A lo mejor necesito dos ladrillos. Pero con una esquina me alcanza.
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