“Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”
FABIAN POLOSECKI (1964-1996)

domingo, 24 de enero de 2010

AÑOS

- Los años vienen más cortos, no me jodas. Nos están afanando, ¿no te diste cuenta?
- ¿Vos decís?
- No lo digo yo, lo dice el almanaque. Ayer ya arranqué el mes de junio y recién estamos en enero. Nos están afanando, te lo digo en serio. ¿A vos cuántos meses te duro el año pasado?
- Tenés razón. Pensándolo así, no me duró más de siete, seis más bien.
- Viste, la mano viene jodida. El tiempo es un hijo de mil puta y yo con gente de mierda no me junto más. Es algo que decidí hacer este año.
- ¿Y qué podemos hacer al respecto?
- Primero, no darle más bola a los calendarios. Segundo, juntarnos ya antes que nos cagemos muriendo.
- ¿Vos como estás?
- Mañana te cuento.
- Bueno, a qué hora nos juntamos.
- Ves que sos un boludo. Metete el reloj en el culo. Termino de almorzar y paso. Dejá la puerta abierta. Poné la pava. Llevo facturas.

viernes, 15 de enero de 2010

OCURRENCIAS

Las ocurrencias mueren y resucitan. Un buen día florecen y dan a luz y cobran vida como un hormiguero que es pisoteado por un soplido.
Despiertan de golpe y mientras caminan se van quitando las lagañas de los ojos.
Pero, como las mariposas, viven poco, casi nada. Y se marchitan. Y cavan su propia tumba, agachan la cabeza y se incrustan como alfileres en la tierra.
En el medio de tanta vida y tanta muerte las ideas cabalgan haciendo equilibrio para no desaparecer.
Las ocurrencias son como el mito del eterno retorno pero al revés.

sábado, 9 de enero de 2010

CARBURANDO

Las ganas de llegar. La falta de piernas para escalar lo más alto de la soledad. La bondad de las chicas que callan. La excentricidad de las que hablan de más. El problema de la puntualidad en las citas imposibles. Volver al primer amor, y al segundo, y al tercero. Pero volvés, siempre volvés. Romper mapas de caminos de ripio usados.
Es que esas que están buenas como la nafta súper, van a seguir estándolo por los siglos de los siglos, hasta que se sequen las bocas de petróleo. Hasta que sus bocas dejen de saber a utopía fresca, a río innavegable. A colina alta, a puerta giratoria que se abre del lado de adentro.

Este clima me sienta bien. Este viento que te peina para atrás parece sabio. Esas olas que se quiebran como marionetas sin calcio tienen algo de verdad que no alcanzo a entender. Me acerco para oírlas, pero son muchas voces juntas que cantan una canción imposible de tararear.
Alguien las aplaude, no soy yo.

¿Por qué alguien dijo una vez que siempre que llovió paró y nunca nadie dijo que cada ola que rompió, murió? Será que sólo importa lo que viene de arriba. Todavía no se dieron cuenta que las nubes y las olas son como esas primas que se ven poco, pero cuando se encuentran en las fiestas de fin de año se abrazan fuerte y se emborrachan juntas. Doy fé.

Dicen que el mar te moja. Para mí, seca más de lo que moja. No puede haber sino tantas palabras tiradas al mar y que regresen intactas como el pañuelo de un tipo al que le arrancaron los ojos.

Y hay algunas que no vuelven. Esas dan vueltas en la cabeza hasta que salen como por arte de magia. Tantas ideas sueltas como puntos seguidos en un texto desordenado y anárquico.

viernes, 8 de enero de 2010

MAR

Ferpecto mria el mar y piensa.
Acá está todo, dice. Acá se resume todo lo que importa. Acá está lo bueno y lo malo, lo débil y lo fuerte,lo indispensable y lo prescindible. ¿Puede ser que en un pedazo de agua esté todo? Lo infinito, lo profundo, lo efímero, lo celestial. La postal de la perfección. Si ese muelle que vigila de fondo nunca está en el mismo lugar. Si acá nada nunca está en el mismo lugar. O eso parece.
Y el sonido, mejor no hablemos del sonido. No digamos nada de cuando los pulmones mojados del mar se ponen a soplar como elefantes. Él no quiere hablar de eso porque sino debería ponerse a filosofar de cómo escucha através de los caracoles las tripas del mar y no quiere. Le da escalofrío.
El mar es el cielo de los que aún no murieron. La costa es el purgatorio. Por las dudas se mojó la punta de los pies y caminó dejando huellas húmedas. Es la identidad lo que no quiere perder. Se dio vuelta y vio que sus pasos se habían manchado de espuma y sal. Ya no estaban. Eran otros y eran los mismos. Acá está todo, dijo.