“Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”
FABIAN POLOSECKI (1964-1996)

jueves, 18 de diciembre de 2008

INTERROGATORIO

- ¿Y usted viene seguido por acá?
- Siempre que me invitan
- Encima, irónico el hombre. ¿Y hasta cuando se queda en el país?
- No lo sé
- ¿Piensa trabajar?
- Tal vez
- ¿Alguna vez estuvo seguro de algo en su vida?
- Sí, claro oficial
-¿De qué?
- De que no debo hablar con extraños
- ¿Y siempre fue tan idiota?
- No sabría responderle. Tengo derecho a hablar con un abogado
- Aquí el que habla soy yo. Dígamelo de una vez... ¿fue usted quien tiró a esa mujer del balcón?
-...
- No lo recuerdo
- ¿Era su pareja?
-...
- Hablaré con mi superior para que venga a interrogarlo
- Lo siento, yo no hablo con extraños
El uniformado cerró la puerta con el codo y cruzó el pasillo arrastrando los pies como una cobra. El tipo que tenía los dedos manchados de tinta negra agarró el cable del teléfono y lo envolvió a su cuello. El tubo quedó colgando como un péndulo indomable.
El tipeo de la máquina de escribir de la oficina de al lado era incesante. La silla se volteó al piso y un ruido seco detuvo al escribiente vecino.
Abrieron la puerta de golpe.
El cuerpo pesado estaba boca abajo, con las manos negras mirando al techo.
- ¿¿¿Qué hizo, que hizo??? Álvarez llame a la morgue, este sujeto se suicidó.
- Pero tiene pulso, vea, está en estado de shock, pero respira.

Cuando el cabo Sardo se agachó para desanudarle el cablerío que envolvía su cuello, lo cacheteó y le dijo que su abogado estaba en camino, que se levantara, que tenía que declarar.
El gordo mostró sus dientes y las encías se ahogaban en sangre. Una voz que parecía sacada de un sotano húmedo titubeó:
-No puedo hablar con extraños.
Cuando la cabeza se acomodó por última vez en el suelo, tuvo un deja vu. El golpe final con el piso frío le resultó familiar. Esa imagen no le era ajena. No obstante, tampoco le dirigió la palabra. Después de todo se trataba de un recuerdo, él tampoco iba a saber qué responderle.

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