“Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”
FABIAN POLOSECKI (1964-1996)

lunes, 23 de noviembre de 2009

EL OMBLIGO LLENO DE AGUA


Conversación registrada a las 10.45 am. Calle Castro Barros al 800- Boedo.

PEATÓN: Señora, no derroche agua... cierre la canilla.
VIEJA DE MIERDA: Si, mijo, sí. Tiene razón. (El agua seguía saliendo por la manguera mientras la señora charlaba con un vecino, escoba en mano.)

El peatón camina diez metros y se frena. Da media vuelta y la situación seguía igual. El peatón vuelve a la carga.

PEATÓN: Señora, ¿va a seguir tirando agua? No sabe los problemas que hay con el agua. Si quiere seguir charlando, vaya a cerrar la canilla.
VIEJA DE MIERDA: Sí, soy muy consciente de los problemas que hay.
PEATÓN: ¿Y entonces? ¿Por qué no cierra el agua de una vez?
VIEJA DE MIERDA: Pero, no. Tengo la canilla a una cuadra, qué quiere que vaya ahora a apagarla.
PEATÓN: Sí, señora, vaya ahora.
VIEJA DE MIERDA: Pero no, no ve que tengo que sacar esta mancha que no sale (hundía la escoba en la baldosa.) y además la caca de los perros…
PEATÓN: Pero traiga un balde señora, no es necesario que derroche así el agua.
VIEJA DE MIERDA: No, con un balde eso no sale. Además yo pago el agua que gasto, usted no se preocupe.
PEATÓN: Sí, me preocupo. Su plata no vale más que la de las personas que también pagan y no les sale una gota. Después se queja de los políticos, y usted… ¿Qué hace por los demás? ¿Por qué no colabora? ¿No le da vergüenza ser tan iresponsable?

La discusión subía de tono: La señora le dijo “señorito cabrón” “vaya a ver los del lavadero de la vuelta como tiran agua”, “déjeme tranquila”, etc. El peatón siguió insistiendo en el uso racional del agua y se despachó con frases como las que siguen.
“ en córdoba usted iría presa por irresponsable”, “no puede malgastar el agua así”, “ojalá se ahogue en el agua que paga”.

Con las venas inflamadas el peatón se retiró del lugar. La señora seguía regando, con la mirada clavada en el suelo.
A los cinco minutos el peatón regresa con un policía. El uniformado “aconseja” a la propietaria del domicilio derrochón que cierre el grifo. “Debe tener conciencia, si no lo hace por usted, hágalo por el resto. No me obligue a labrarle una acta.”, se despachó el hombre de gorra.
Asustada, la señora obedeció. Tiró la escoba sobre la vereda y partió al fondo del patio.
El policía tomó por un lado. El peatón por el otro. Las venas de este último ya habían vuelto a su estado pre derroche hídrico. La señora que lustraba la vereda-pelopincho se guardó adentro de su casa.
Imagino que mañana, cuando salga a baldear la vereda, pensará dos veces antes de jugar al Acqua gym al frente de su domicilio.

1 comentario:

Martín Borgioli dijo...

estado pre-derroche-hídrico... es tremendo!