“Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”
FABIAN POLOSECKI (1964-1996)

miércoles, 4 de noviembre de 2009

SIGA A ESAS PIERNAS


La desconocida encara el viento y desafía a las calles como taxistas en la madrugada.
Es que las polleras cortas, como cien balazos en la frente, me matan.
Suenan tiros en la espalda, y me doy vuelta.
Te pido que corras.
Corre, corre, corre y cuenta cuantos lunares cuelgan de allí arriba.

Síguela, síguela y fíjate en su cuello.
Fíjate su boca siempre abierta, con puntos suspensivos como un final de Felini.
Todo lo que asciende, converge. Y todo lo que -no- toco se convierte en sueños.

Ese cuello. Mira lo que es ese cuello. ¿Y sabes por qué lo gira tanto? Cree que es un caleidoscopio y cuando mira el ojo que la mira, ríe. Y apura su marcha.
La manera de hacerse cargo de su encanto, es aumentar la cantidad de pasos por baldosa dejada atrás.

Y los cabellos largos que salen fuera del marco de la ventana de su cara. Que no se la ve, pero la lleva, como esas linternas que alumbran el paso del que tantea las tinieblas.

Su espalda habló. Como si dijera: “es un corazón lleno de viento. Cúbrete el pelo y entra”.
Pensé que cuando uno va rumbo a la paciencia hay espaldas que le dan letra. Sólo hay que tener oídos con más imaginación que las caderas de la que parece largar vocales debajo de la nuca.

Cércala con la mirada, atosígala con las cejas levantadas, atorméntala con pasos firmes de tren de carga. Dile a sus tobillos en lenguaje a ras del piso que no vuele como una golondrina que trafica primaveras.

Esas faldas que se mueven como dos cortinas de papel sopladas por todo el viento que se puede juntar en una esquina sin edificios.

Finitas como hilos de espermatozoides atados a una armadura sempiterna.

Dile que se detenga, carajo. Pregúntale a dónde va tan apurada. ¿O acaso todavía hay gente que se enamora de sombras con taco aguja?

Dobló en la esquina. Te dije que la siguieras.
Se hizo sombra tan pronto como detuvo a ese taxi.

Lo que tienen las sombras desconocidas es que uno no tiene a quien ir a reclamarle.
Esas sombras pesadas que pueden levantar un cadáver y dejarlo boca abajo.

1 comentario:

Leila dijo...

Me gustó mucho.Celebro la vuelta de su pluma. Besos!