“Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”
FABIAN POLOSECKI (1964-1996)

domingo, 9 de marzo de 2008

TERTULIA LATINOAMERICANA




Hace unos días ni el más optimista imaginaba semejante desenlace. Frases altisonantes como: “se escuchan las trompetas de la guerra”, “inminente conflicto en la región”, “movilización de tropas pone en jaque al MERCOSUR”, se desparramaron por los medios de comunicación de manera incesante. Y como por arte de magia unos días después, reunión de la OEA mediante, los protagonistas de este culebrón con tono belicista terminaron a los arrumacos.
La cosa fue más o menos así. Reyes (ex líder de la FARC) cruzó la frontera para huir de la política abolicionista de Uribe. Éste saltó la medianera, fusil en mano, y terminó con la quimera de la huida revolucionaria. Violó el territorio ecuatoriano aplicando la receta que más le gusta implementar a los pragmáticos del norte: tirar primero, pedir permiso después. Como buen aprendiz del diablo, Uribe metió la cola, pero era tan larga, que parte de su rabo se le coló en territorio vecino. Chávez aprovechó el diferendo en el vecindario y envió tropas a la frontera con Colombia. No vaya a ser cosa que al país cafetero se le ocurra ingresar por confusión al patio de la República Bolivariana.Discursos ásperos, formalidades de ocasión, declamaciones democráticas para la tribuna y dale que va. Uribe reconoció que se le fue la mano, pero admitió que no cesará en su afán de matar primero y averiguar después, hasta terminar con las FARC. Rafael Correa dijo sentirse agraviado y le exigió disculpas al mandatario “invasor”. Pero luego de un par de amagos belicistas y alguna que otra diatriba ad hoc, se tendieron la mano y dieron por cerrado el conflicto. Y como en todo vecindario tumultuoso una reunión de consorcio puso fin a los enfrentamientos. La OEA en lugar de discutir el aumento de las expensas o el arreglo del palier fue el nexo válido para que dos pueblos hermanos vuelvan a mirarse a la cara, y no de reojos. Aunque, si de cuentas se trata, el balance da negativo. Si bien la sangre no llegó al río, el hecho de amagar a jugar al teg entre vecinos que comparten el mismo trozo del mundo, no es muy alentador. El clima está raro, aquellas venas que describió Eduardo Galeano están más abiertas que nunca, y no hay síntomas claros de que vayan a cicatrizar. Los países hermanos de este sur que también existe y que aún tiene raptos de lucidez, está mas desunido que nunca. ¿A los latinoamericanos, ya nos habrán devorado los de afuera?

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