Comparto con ustedes un extracto que me llamó la atención, fue como un dejavu de algo que vivmos los argentinos en medio del conflcito gobierno-campo. Es una pincelada de la conducta política que la "clase-bien" porteña tuvo (históricamente) y tendrá respecto a gobiernos populares o populistas, todo según quien le ponga el cascabel al gato; y al mismo tiempo refleja la idea de algunos, encarnada en el efusivo J.W.C, sobre el complejo entramado social argentino.
En la reconstrucción histórico-literaria que hace Lindner; Cooke y su mano derecha, César Marcos, van caminando por la calle, rumbo al departamento del primero, días después que la Revolución Libertadora hace renunciar a Perón y toma el poder por la fuerza.
Lindner nos cuenta que...
"Salieron. El estruendo de la batalla se había transformado en una mezcla de murmullos y risas complacidas. La avenida Santa Fe estaba de festejo. Aquí y allá, asomados por los balcones, los señores levantaban sus copas de champaña y se felicitaban unos a otros.
Cooke sintió el impulso irracional de sacar la 45 del bolsillo interior del saco. Eran sus vecinos de Barrio Norte, personas instruidas y políglotas como él. ¿Quién estaba descolocado? ¿Aquellos "gorilas" que celebraban la caída de un líder popular o el bon vivant de apellido inglées y gustos caros que odiaba a los de su propia clase social?
- Dejalos- le dijo César Marcos-. Ya se les va a acabar la fiesta.
John escupía rabia por los ojos. Levnatando su copa de champaña imaginaria contestó:
- César, hay que quemar cuarenta manzanas de Barrio Norte. Sólo así se salva este país.
- Las tenés contadas- lo palmeó su amigo."
Cooke, el heredero maldito de Perón, Página 92, Editorial Sudamericana.
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