“Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”
FABIAN POLOSECKI (1964-1996)

martes, 7 de julio de 2009

COSAS DE BAR



Abrió un bar en la calle Montevideo. Era la novedad del barrio y lo fue a visitar. Charló con el encargado y avisó que su mesa sería la del fondo que da a la calle. Y que su pedido será siempre el mismo: lágrima en jarrito y dos medialunas de manteca. Trabaja a la mañana. Duerme la siesta. A la tarde sale a correr.
Vuelve al bar cuando cae la tarde. Ella lo espera en el cine de la calle que tiene forma de caracol, frente al estacionamiento abandonado. Ella le cuenta de un libro que se compró. Él le dice que ya lo leyó y que no le gustó tanto. A las dos horas salen tomados de la mano y caminan rumbo al centro. No hablan de la película sino de la cola que tuvieron que hacer para ingresar.
Hay viento y la luna tiene una forma rara. Se sientan. Él pide lo de siempre, ella lo mismo que él. Ella le habla de ese libro otra vez.
- La parte esa en que el tipo da vueltas en círculo alrededor de un poste de luz recitando los poemas de Parra, ¿no es genial?
- ¿Y por qué te gustó tanto esa parte?
- Porque es algo que jamás hubiera hecho, y anoche me puse a dar vueltas alrededor de la mesa del living con un libro de Neruda en la mano y recitando poemas en voz alta. Me acosté a las 4. Me doy cuenta que un libro me llegó cuando empiezo a hacer lo mismo que sus personajes.
- ¿Y te gustó Neruda?
- No sé. No te podría decir. Cuando lo empecé a memorizar y a entender me quedé dormida parada. Y me fui a la cama.
Le dio un beso largo como la cola que habían hecho en el cine y, cuando el mozo traía la cuenta, le volvió a preguntar por Neruda.
- ¿Habías leído algo de Neruda?
- No, me caían mal los chilenos. Era un prejuicio. Pero mandé los prejuicios a la mierda con Bolaño. ¿Vos leíste a Bolaño?
- No, porque tenía prejuicios con los escritores que se mueren antes de los cincuenta. ¿Vos decís que mande a la mierda ese prejuicio también?
- Y... yo diría. De lo contrario te vas a perder la mitad de la literatura universal.
La chica que tenía el flequillo en comba como una esquina trazada con escuadra sacó de la cartera la versión violeta de anagrama de "Llamadas telefónicas" y le dijo empezá por acá.
- Si no te podés dormir, empezá a leerlo en voz alta dando vueltas (a paso lento) por tu casa.
- ¿Y si me empiezo a meter en la piel de los personajes y hago lo que ellos hacen y me vuelvo loco?
- No, con Bolaño eso no pasa. No te podés parar con Bolaño. Te vas a sentar enseguida. Te va a atornillar el culo a la silla. No vas a poder dar ni media vuelta al living. Lo que no te aseguro es que no te vuelvas loco.
Abrió el libro en la página que estaba el cuento "Henri Simon Leprince".
-Tengo una idea mejor. Lo empiezo a leer ahora, en voz alta. Si me queda el culo atornillado a la silla, ¿vos me sacás?
Se rieron, otro beso más. Él se acomodó como si de veras su trasero fuera haciéndose la idea de la eternidad en aquel artefacto de madera y empezó a leer con voz pausada. Ponía caras raras y gesticulaba en cada oración. Tenía las mismas facciones que la luna. No se sabía quién actuaba mejor de los cuatro. No se sabía qué era lo más raro de los tres. Si los gestos de él, la pose de ella, o el flequiilo en comba de la que leía poesía de pie mientras esperaba que le viniera el sueño.
Lo único cierto es que el negador de los escritores de menos de cincuenta hacía cada vez más muecas y menos pausas. La del flequillo lo miraba con atención. El mozo se había parado tras ellos y anotaba todo, como si fuera el pedido más caro del mundo.

1 comentario:

Leila dijo...

Maravillosa la frase final.