
- ¿Para quién escribís?
- No sé si escribo para alguien en especial. Primero creo que escribo para mí. Por necesidad. Si otros me leen, es algo accidental.
Ella se arrepintió de la pregunta, respiró hondo y bajó la cabeza. Sacó las manos de los bolsillos y comenzó a frotarlas sobre sus pies como si intentara prenderlas fuego.
- Ahora que lo pienso bien, ya sé para quién escribo.
- ¿Para quién?
- Para la gente que tiene frío en las rodillas... y hace preguntas insólitas.
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