“Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”
FABIAN POLOSECKI (1964-1996)

viernes, 12 de septiembre de 2008

EL QUE BUSCA... ¿ENCUENTRA? NO, SUFRE

A la distancia, y con el concepto "Voy a buscar alojamiento allá" en abstracto, uno se imagina que puede ser una aventura interesante y enriquecedora. Pero déjenme que les diga la pura verdad. No es ni lo uno ni lo otro. Es, sencillamente, extenuante.
Hace dos días que recorro esta hermosa ciudad de punta a punta, el mapa está marcado con distintos colores, tiene circulos, signos de pregunta, de admiración, anotaciones al margen.
Vi en total 9 pisos que rentan habitaciones. Hay pocilgas, cuevas, trincheras, taperas, sitios modestos, piezas más "habitables", otras; las más caras, claro, dan ganas de ocuparlas ya.
Los dueños de los pisos te examinan, preguntan la nacionalidad, te saltan a la yugular con la pregunta "¿Y tú a qué vienes, cuál es tu rollo, sois responsable o bullicioso? y no les hace ninguna gracia que quieras un contrato por 6 meses. La mayoría busca la estabilidad que da una estadía por un año. Hay que negociar y ser simpático, esa es la fórmula.
La cuestión es que dejé mi pensión, desayuné por última vez hoy a la mañana. Al lado mio había una pareja alemana (él parecia Blumberg y ella en verdad no se parecía a nadie, sólo a ella) y una francesa simpática llamada Juliette. En ella me detuve. Comía como un prisionero sacado de un comedor de la segunda guerra mundial. Hundía sus manos en la taza y se avalanzaba con énfasis sobre el café con leche. A las tostadas las comía en dos cuotas. Siempre abriendo grande la boca y masticando con ruidos acordes a lo que sus dientes trituraban.
Yo sólo miraba. Después de terminar mi café y mis dos croissant dije un respetuoso Good Bye, y me fui.
Ahora hago tiempo en un cyber, tengo mis bolsos en la pensión hasta que Enfer, el dueño del piso que prometió que firmaríamos el contrato hoy a la tarde, nos abra la puerta del 1 "J" de la avenida Villamayor.
Por ahorá viviré con una francesa, una costaricense y una brasilera. Un especie de Mercosur ampliado y con convenios bilaterales con la UE. Eso espero.
De lo contrario seguiré cabeceando en los amigables bancos de las plazas. Ah, ahora me voy a comprar sábanas y una almohada. A donde quiera que me toque dormir esta noche, ninguno de los dos accesorios me vendrán mal.



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