“Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”
FABIAN POLOSECKI (1964-1996)

domingo, 13 de enero de 2008

Desde el cyber


La puerta es abierta por el cajero que pulsa un botón desde el mostrador. “Triiin”, suena en seco. Una vez adentro, 15 computadoras numeradas se disponen a lo largo de un salón que huele a desodorante de ambiente. Un cartel escrito en word advierte a los usuarios que la hora cuesta $1.50, pero hay una promoción vigente todos los días de 9 a 12: $0.99. Un muchacho joven controla la caja. Tiene barba candado y pelo engominado con gel, charla con el encargado del servicio técnico que intenta arreglar un fax que se devoró un par de hojas a4. El tema de conversación: cómo hacer para ahorrar tinta recargando los cartuchos de las impresoras a través de una jeringa casera que él mismo fabrica. Es de mañana, y hay poca gente. Un hombre, me arriesgo a que apenas pasó los treinta, cuelga su traje en la silla, y despliega su agenda que desborda de actividades marcadas con resaltador naranja. La ventana del Messenger titila con una luz verde, sigue concentrado en su agenda. En la máquina 7, una mujer de minifalda negra y camisa en combinación cruza las piernas mientras toma una coca light. Tiene su celular en vibrador, suena, suena, no lo atiende. De fondo se escucha una música pegadiza, creo que es jazz. El locutorio está vacío, apenas se siente el ruido de los autos sobre la calle Paraná. 12.05, se terminó la promoción del mediodía, pero sospecho que nadie se enteró. El Messenger del hombre que escribe en su agenda ahora hace un ruido molesto. Decide responder. Ahora escribe comprometido con su interlocutor. La mujer de faldas cortas se acomoda el pelo y ahora atiende el celular. “Estoy en una reunión, bahh, me estoy por ir a una reunión”, se corrige. “Te llamo más tarde, dale?” Corta. Vuelve a su planilla de excel. “Te mando a imprimir”, grita en tono imperativo. El cajero le guiña el ojo y le da un ok gestual. El del fax ya se fue, prometió volver a la tarde con el repuesto necesario y una muestra de sus productos caseros para abaratar costos a la hora de imprimir. El joven del pelo engominado no levanta la vista de su monitor. Mientras juega al solitario, navega por mercado libre, parece que encontró un mp3 bastante económico en la zona de Nuñez. Puede ser, para el muchacho, una gran mañana de negocios. Cartuchos a bajo costo y música a precio de outlet. Pulsa el botón, la puerta vuelve a trinar, la mujer de minifalda sale apurada. La reunión debe haber comenzado.

2 comentarios:

Blue dijo...

Hace un tiempo, con mi hermano, nos habíamos propuesto crear un género llamado "descriptivismo local", en el cual se insertaban todos aquellos textos que hacían descripciones minuciosas de lugares comunes a nuestro país. Te diría que tu post bien podría entrar en nuestra categoría...
Me gustó. Me gusta el ojo perspicaz puesto en el detalle.

No, gracia a vo´ dijo...

Querido Cordobés!!

Acabo de volver de vacaciones asi que ahora te agrego a mis favoritos!

En Brasil te cobraban 3 reales por 15 minutos. Tremendo asalto a mano armada...

Saludos

Migue "Titi"