“Hay algo peor que la angustia de la página en blanco. Algo peor que no tener ninguna historia que contar: es haber oído demasiadas, y no poder olvidarlas.”
FABIAN POLOSECKI (1964-1996)

miércoles, 2 de enero de 2008

Vuelta a la manzana



Créase o no, hay veces que las casualidades tienen forma de manzana o nombre de calles. En Córdoba vivía sobre la calle Buenos Aires, y una vez instalado en Buenos Aires, una inmobiliaria de poca monta decidió que alquilara un departamento que mire a la avenida del mismo nombre.Cuando me pongo nostálgico y pienso en mi ciudad natal, salgo a la vereda, miro el cartel “Avenida Córdoba 1500-1600” y me tranquilizo, siento que estoy más cerca. Los domingos la avenida Córdoba es tranquila y amigable. Pasan pocos colectivos, algunos autos, y casi nada de peatones. Doblo por Paraná, edificios altos, la mayoría mantienen sus puertas cerradas y advierten a los que allí habitan, cartel en la puerta mediante, que tengan especial cuidado al ingresar de noche. Algunas baldosas flojas y una vereda recién baldeada complica el paso de turistas brasileros que se alojan en el Hotel MayFlower, que ofrece una habitación doble a cambio de u$s 145 más iva. Antes de llegar a Viamonte hay un par de quioscos 24 horas, íntimos aliados de las almas cooptadas por el insomnio. Un garage con puertas de chapa que parece abandonado, tiene como vecino a un supermercado Coto, promete cortes de carne económicos los sábados y electrodomésticos con un 30% de descuento los días domingo.Sentada en la vereda, con cajones de frutas y verduras que la cobijan, una mujer con rasgos aindiados expone su mercadería al público y jura que son de primera calidad. “Pruebe, si no le gusta, no se la cobro”, dice Esther mientras una cuarentona con mirada incisiva prueba una frutilla roja, casi de fuego. Un cyber atendido por Xyun, un coreano que desde hace más de 5 años tiene la hora de internet a $0.99, es el fin de la esquina que alguien bautizó con el nombre de la capital charrúa. Justo allí, donde se hacen un nudo Montevideo y Viamonte, pasa el 140 y el 29 a vuelo de pájaro. Apuesto a que ninguno de los colectiveros contempla que alguien registra su paso desde una silla desvencijada, lágrima en mano, desde el viejo Bar Imperial. Ramón trae la cuenta. Son $4, como siempre. Falta media cuadra y otra vez llegaré a Córdoba, al fin de cuentas, está más cerca de lo que uno imagina.

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